Si el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla en serio respecto a no descartar la vía militar para derrocar al dictador venezolano Nicolás Maduro, las sanciones que recién impuso al país sudamericano son justo el movimiento previo para ello. De lo contrario, cortar el financiamiento a un país pauperizado por el modelo populista iniciado … Continued
Si el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla en serio respecto a no descartar la vía militar para derrocar al dictador venezolano Nicolás Maduro, las sanciones que recién impuso al país sudamericano son justo el movimiento previo para ello.
De lo contrario, cortar el financiamiento a un país pauperizado por el modelo populista iniciado por Hugo Chávez que continuó Maduro, implica llevar a la población a niveles de hambruna extrema.
Desde Washington se emite la prohibición para negociar nuevas emisiones de deuda tanto de Venezuela como de la petrolera PDVSA, lo que cierra la puerta a jugosos negocios de los arriesgados financieros de Wall Street, pero también corta de tajo la captación de ingresos para ese gobierno.
Hay sin duda un juego perverso de muchos operadores financieros internacionales que han encontrado en la compra muy castigada de los bonos venezolanos una mina de oro. Pero si dejan de fluir los recursos esa dictadura podría declararse en default y más allá de la afectación que sufrirían los mercados, está el inevitable agravamiento de la crisis humanitaria que vive esa nación.
Ojalá todos los latinoamericanos entendiéramos, los mexicanos en estos tiempos que vienen, que los personajes iluminados con ideas retrógradas no pueden tener otro desenlace que la crisis económica. Quizá el derivar en una dictadura como Venezuela es un superlativo que no es lineal con los populistas, pero tampoco descartable en el largo plazo.
Las sanciones aplicadas hasta ahora a los dirigentes del gobierno de Maduro eran limitadas en su efectividad, porque está claro que los negocios que más le importan a la camarilla gobernante en Venezuela no son aquellos que pagan impuestos en Estados Unidos.
Los venezolanos no tienen desde hace tiempo los satisfactores mínimos indispensables. Desde la propia libertad de expresión hasta los alimentos. La población de ese país muere de enfermedades y padecimientos que son totalmente curables, han perdido peso corporal y están mal nutridos.
No hay punto de comparación con ninguna nación del continente, mucho menos con México a pesar de que muchos de los impulsores de ese modelo crean que hay más pobres aquí que en Venezuela. Falso.
La restricción estadounidense es solo para operaciones financieras, la venta de petróleo se puede mantener. Sin embargo, la imposibilidad de la participación de los bancos para conducir esas operaciones de compraventa hará muy difícil el comercio de hidrocarburos.
Si todas las medidas de restricción a la dictadura de Maduro por parte del gobierno de Trump se reducen a poner barreras económicas a ese gobierno, la población seguirá pagando las consecuencias.
Porque está claro que Maduro no reparará ni corregirá el camino solo por ver que la gente muere de hambre. Así que hay que entender si esta medida estadounidense es un paso más en el camino de buscar otras vías más radicales para terminar con ese régimen o bien simplemente se trata de ahogar a un país de manera irreflexiva.
No olvidemos que los personajes en cuestión son Nicolás Maduro y Donald Trump, por lo que todo es posible.