Cualquier sociedad que quiera presumir de su tinte democrático debiera tener transparencia total sobre el estado de salud -especialmente mental- de sus gobernantes
Al día de hoy lunes, la administración federal de los Estados Unidos está paralizada. El fin de semana, este fenómeno rompió el récord de 35 días en esa condición, que se da cíclicamente, de manera especial cuando el presidente no tiene total control del Congreso y las disputas por diferentes tópicos impiden la aprobación del presupuesto, y los pagos se suspenden; muchas dependencias del gobierno dejan de trabajar mientras no se arregle el asunto. Y los empleados dejan de cobrar.
Nosotros en México no sabemos de esas cosas: el gobierno está siempre paralizado,confrontaciones o no, y la plata no abunda.
En esta ocasión la prolongada parálisis se ha manifestado en diferentes áreas; por ejemplo, el transporte aéreo. Los controladores de todos los aeropuertos de los Estados Unidos son contratados por el gobierno y en situaciones como la actual, trabaja alrededor de la tercera parte de sus especialistas. Un problema doble de efectividad y seguridad.
Pero hay algo más serio, el SNAP (Supplemental Nutritional Assistance Program) mejor conocido como las food stamps. Hay 40 millones de norteamericanos pobres -desde luego que hay pobres allá- que cada mes reciben un apoyo para comprar alimentos; la cifra varía. Para el 2026 una familia sin ingresos de tres miembros deberá recibir 785 dólares al mes. Cuatro integrantes, 994. Los que tienen un ingreso, así sea bajo, se les disminuye un 30 %.
El asunto es que el primero de noviembre ya no hay dinero para ello. De los fondos de emergencia se puede usar cinco mil millones de dólares: se necesita casi el doble. Eso es en cuanto a la platita. Ahora, el tema de salud, que la canción dice que también hay que cuidar, trajo noticias.
A comienzos del mes pasado, el presidente Trump se fue al Centro Médico Walter Reed, que es donde se atienden los presidentes. Su equipo dijo que era un visita de rutina, aunque fue la segunda en seis meses. Ahora el presidente ha sorprendido a todos a bordo del Air Force One, confesando que le hicieron una resonancia magnética, pero que todo estaba bien.Hay muchas dudas sobre esto. Los exámenes de tomografía computarizada (TAC) o de resonancia magnética (MRI) se realizan típicamente cuando hay sospecha de algún mal serio. La tomografía para detección de lesiones, fracturas o tumores en los cuerpos duros, como los huesos o algunos órganos internos. La resonancia magnética está orientada a diagnosticar problemas en los tejidos blandos. Como ciertos órganos, la médula espinal…o el cerebro.
Todos los hombres del poder ocultan sus males. Los presidentes norteamericanos no están exentos. A finales del siglo 19, el presidente Grover Cleveland se hizo operar un tumor en la boca a bordo de un barco, para que nadie se enterara.Cuando un reportero descubrió el asunto lo acusaron de fake news. En 1919, el presidente Wilson sufrió un infarto cerebral que lo ató a la cama y dejó a su esposa de presidente de facto. Kennedy nunca dejó saber que padecía el mal de Addison, un serio problema glandular.
Que vos también tenés tu historia, me dijo El Ché.
Nunca supimos de la migraña asesina de López Mateos, de los males de Echevería o de las tribulaciones sanitarias del papá de Andy.
Cualquier sociedad que quiera presumir de su tinte democrático debiera tener transparencia total sobre el estado de salud -especialmente mental- de sus gobernantes.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): La gira triunfal de Donald Trump ha sido muy fructífera…para Donald Trump.
Las recepciones en Malasia, Corea del Sur y Japón le dotaron con un costal de nuevos convenios que le dan acceso a las tierras raras de China y a un comercio más relajado con la potencia de Xi Ping. La nueva primer ministro de Japón le endulzó el oído proponiéndolo desde ahora para el premio Nobel de la Paz 2026.
El que tenga un amor, que lo cuida, que lo cuide; la salú y la platita, que no la tire, que no la tire.
