Mantener una imagen positiva es algo básico para el gobierno de López Obrador, por ello no debe ser sencillo aplicar recortes en el gasto
Uno de los hilos que mantienen la confianza de los mercados en la economía mexicana es la promesa de mantener la disciplina presupuestal, no gastar más de lo que ingresa y no endeudar más al gobierno.
Es algo de lo que le queda al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para no perder las expectativas de los inversionistas, empresarios y analistas, tras los duros golpes propinados a su confianza por la cancelación del aeropuerto en Texcoco y la ruta de gasto de Pemex ante sus dificultades financieras.
Está claro que, durante este primer trimestre del año, en el que la 4T tuvo un curso intensivo de la realidad de gobernar, hay muchos gastos que no resultó tan sencillo recortar, hay pronósticos de ingreso que no se han cumplido y por lo tanto hay cuentas que no cuadran para mantener la ruta de la estabilidad prometida.
Ese hilo de confianza se ve reforzado por el hecho de que los más sensatos de su gobierno parecen hacerse cargo del tema financiero.
Quizá por lo árido y lo complejo del tema presupuestal los más radicales se han mantenido a raya. Esperemos que ahí se queden y dejen a los expertos de Hacienda y al Jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, atender esos asuntos.
Como sea, Romo ya se llevó un revés importante frente a los grupos más radicales con el tema de la cancelación del aeropuerto que se construía muy cerca de Ciudad de México. Pero al menos parece que en este tema del manejo del dinero, el presidente López Obrador no escucha otras voces.
Mantener una imagen positiva es algo básico para el gobierno de López Obrador, por ello no debe ser sencillo aplicar recortes en el gasto. Pero Romo dice que tiene la orden presidencial de pasar de la austeridad republicana a la pobreza franciscana si es necesario.
Y si de lo que se trata es de proyectar éxito, es muy difícil aceptar que se estén llevando a cabo más recortes presupuestales. Puede sonar a derrota cuando es todo lo contrario, es un símbolo, quizá inesperado, de responsabilidad presupuestal.
El propio Romo aceptó que durante las últimas semanas les han pedido más recortes, que dice tienen en una situación muy complicada a las secretarías de Estado.
Esto es algo que niegan rotundamente los secretarios. Con las mismas líneas discursivas, quieren dar la impresión de que todo va de maravilla y que no tienen recortes sino ahorros por el éxito del combate a la corrupción que prometió el presidente López Obrador.
Ciertamente no hay mucha información que fluya desde la Secretaría de Hacienda sobre los recortes aplicados y los que estén por aplicar. Sin embargo, sí parece que han seguido ese camino responsable de ajuste por el lado del gasto.
Al menos el subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, una de las joyas que debe cuidar el presidente en su equipo, dijo que el presupuesto siempre se está ajustando de acuerdo con la evolución de los ingresos.
Y si bien pueden recurrir al neoliberal pretexto de los factores externos como los responsables, lo importante es que no dejen de hacer que cuadren siempre las cuentas públicas.
Ese hilo de confianza que queda, que es la promesa de disciplina macroeconómica, deben cuidarlo al máximo. Porque puede marcar la diferencia entre un país que pueda aspirar a crecer y uno en crisis. Así de contundente es este tema.