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Incertidumbre. Esa es la palabra que domina hoy en toda aquella economía que guarde alguna relación con Estados Unidos, que, para fines prácticos, no hay rincón de la tierra que no tendría algún grado de repercusión ante los cambios radicales con los que hoy amenaza Donald Trump.

Claro, no es lo mismo el vínculo directo de sus principales socios y dependientes económicos, como México y Canadá, que la manera como China pueda recomponer una afectación comercial con Estados Unidos. Pero, lo que hoy genera una sensación de parálisis global es la incertidumbre.

Si hubiera claridad sobre lo que quiere hacer Trump en los más diversos frentes, desde el comercial hasta el expansionista, habría planes y reacciones con base en esa nueva realidad.

Pero hasta ahora Donald Trump juega con las amenazas, que, por el tamaño de su potencial destructivo, no hay mejor reacción que creerle, tratar de negociar y prevenirse ante el peor de los escenarios.

Si el Presidente de Estados Unidos dice que quiere quedarse con el territorio de la Franja de Gaza, hay que creerle, si amenaza con aranceles de 25% a los productos mexicanos en menos de tres semanas, hay que tomarlo en serio.

La palabra constante entre los países, entre los grupos financieros más importantes del mundo, en los medios de comunicación, es incertidumbre.

JPMorgan, por ejemplo, apunta a que la incertidumbre en torno a la política comercial de Donald Trump puede afectar negativamente el desempeño de la propia economía estadounidense.

Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo, adelanta que los aranceles anunciados por Trump al acero y al aluminio podrían desencadenar la incertidumbre económica.

Hay desarrollos de parques industriales en México que reportan un freno en la inversión de cientos de millones de dólares, de empresas chinas y estadounidenses de autopartes, ante la incertidumbre del rumbo que tomará la política comercial de Estados Unidos.

Un inmigrante hondureño en Estados Unidos le dijo a la cadena CNN que es difícil conciliar el sueño por el miedo y la incertidumbre, porque si regresa a Honduras lo matan.

Comerciantes en México mantienen la incertidumbre sobre los productos que se verían afectados si se aplican aranceles a las exportaciones y su eventual respuesta a determinadas importaciones.

Y, bueno, el tipo de cambio se ha mantenido presionado por la incertidumbre de la nueva ocurrencia con la que pueda amanecer cualquier día el Presidente de Estados Unidos.

Desde las decisiones familiares más elementales, hasta las expectativas globales de una guerra comercial o tecnológica entre Estados Unidos, China y el resto del mundo, la incertidumbre es el lastre que hoy tiene al mundo en parálisis.

Muchos de los capitales que hoy están invertidos en oro y algunos otros de esos refugios propios de los tiempos inciertos, son los que podrían tener hoy apuestas de inversión más productivos y rentables, pero están paralizados.

Lo peor es que la defensa ante las amenazas del Presidente de Estados Unidos es la réplica y poco a poco las regiones toman posiciones defensivas y hasta agresivas que descomponen un mundo integrado.

El día que Donald Trump defina y aplique sus políticas, habrá al menos una base para planear el nuevo orden mundial, pero por ahora sólo hay incertidumbre.

Si hubiera claridad sobre lo que quiere hacer Trump en los más diversos frentes, desde el comercial hasta el expansionista, habría planes y reacciones con base en esa nueva realidad.