Hay un manejo político de la pandemia que provoca confusiones graves. En la urgencia de mandar buenas señales, el gobierno federal anunció el regreso a clases para el 1 de junio. Hoy ya no se atreven a dar fechas
Al final, los “municipios de la esperanza” no reanudaron actividades como lo imaginaba el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Y no lo hicieron porque la gran mayoría no encontró las condiciones para terminar con el confinamiento.
Lo que sí se logró con ese anuncio tan vistoso del inicio de la reapertura a partir del lunes pasado fue que muchas personas, en zonas de alto contagio, relajaran las medidas de distanciamiento y se expusieran al contagio del SARS-CoV-2, en los momentos de más alta transmisión de la enfermedad Covid-19.
Hay un manejo político de la pandemia que provoca confusiones graves. En la urgencia de mandar buenas señales, el gobierno federal anunció el regreso a clases para el 1 de junio. Hoy ya no se atreven a dar fechas.
Hay que ver la confusión que armaron con el regreso a ciertas actividades productivas, como la industria automotriz. Este sector encadenado con el resto de América del Norte pasó por la apertura-cierre-apertura en unas cuantas horas por conflictos internos dentro del gobierno federal.
La siguiente aduana de confusión será el 1 de junio y para eso faltan menos de dos semanas. En los días previos volveremos a escuchar los mismos juegos de palabras de los acnés de la curva, de los semáforos epidemiológicos, de los municipios que se suman a la esperanza, de la apertura o no de actividades educativas y económicas en general.
Y todo esto ocurre por falta de información confiable en materia de contagios y muertes por Covid-19. La concentración de los pocos datos disponibles en manos del propio gobierno federal hace muy fácil el manejo político de la información.
Desde la 4T se decidió que se aplicarían pocas pruebas de detección del SARS-CoV-2 con base en un modelo de muestreo epidemiológico que la Organización Mundial de la Salud descalificó para la actual pandemia.
La 4T limitó a estados, municipios y hospitales privados a realizar pruebas por su cuenta sin un argumento válido. Esta falta de información hace que se tomen decisiones mal sustentadas que hemos visto todos los días.
El monopolio de la información genera la tentación del control. Es un hecho que, en materia de salud, si tuviéramos acceso a información independiente y confiable del avance de la pandemia en México, las decisiones serían más claras y menos maquilladas.
Por eso es que en materia económica la participación de entidades autónomas, como el Inegi, en el procesamiento de información estadística es fundamental para transparentar la toma de decisiones.
Ahora, la disponibilidad de información suficiente no garantiza la buena toma de decisiones por parte de las autoridades, pero al menos permite que la sociedad tenga una mejor conciencia de la realidad.
En esa siguiente fase de las consecuencias de la pandemia de Covid-19, la que tiene que ver con la recesión económica, la información jugará un papel muy importante para que tengamos, como sociedad, la certeza si es verdad cuando nos digan que ya domaron la crisis económica o cuando quieran pasar al semáforo verde de la recuperación económica.