La esencia de las ganancias en los mercados financieros es saber en qué momento entrar y cuándo salir. Para eso se necesita una gran cantidad de información, una enorme dosis de sangre fría y de paso mucha suerte. Al que no le gustan las emociones fuertes y quiere rendimientos en los mercados financieros puede contar … Continued
La esencia de las ganancias en los mercados financieros es saber en qué momento entrar y cuándo salir. Para eso se necesita una gran cantidad de información, una enorme dosis de sangre fría y de paso mucha suerte.
Al que no le gustan las emociones fuertes y quiere rendimientos en los mercados financieros puede contar con las opciones de los bonos de deuda gubernamentales con grado de inversión, como los papeles del gobierno mexicano.
Sólo que aquellos que se instalen en esa comodidad habrán de obtener rendimientos que quizá apenas superen los niveles inflacionarios.
“Jugar a la Bolsa” o comprar dólares son otras maneras de participar en los mercados financieros y de posiblemente obtener mayores rendimientos. Siempre bajo el principio de que a mayor riesgo, mayor rendimiento.
Hay muchas consideraciones que se pueden tener respecto a la participación sana y efectiva en las inversiones de mercado, como la perspectiva de plazo, la diversificación y hasta el sentido común. Pero el tema es entender al menos dónde nos paramos antes de poner uno solo de nuestros pesos y centavos.
Las criptomonedas han irrumpido en la vida cotidiana de millones de personas que les han dado un carácter de nuevos instrumentos propios de los millennials que desafían al establishment financiero del mundo. Son vistos como los paladines de la justicia en los mercados.
Lo hemos comentado antes, de entrada instrumentos como el bitcoin, el Ethereum o el Ripple no son monedas como el dólar, el euro o el peso mexicano. Son más parecidos a las materias primas.
Nadie mete las manos al fuego por esos instrumentos y su valor de compra y cambio. El intercambio es un sofisticado mecanismo digital, que al final será el gran legado de este errático inicio de las criptomonedas.
Los ganchos de entrada para que muchos tengan planes de comprar estos instrumentos son historias románticas, como aquella de un sujeto que recibió bitcoins como pago por una pizza y al cabo de poco tiempo se volvió multimillonario.
Y si un Certificado de la Tesorería tiene un rendimiento anual de 7.5%, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores entregó el año pasado un rendimiento de 8%, claro que una criptomoneda que presentaba rendimientos de más de 1,000% se volvía codiciada.
Pero hoy vemos que ese mercado está construido sobre piso fangoso. Estos instrumentos tienen pérdidas acumuladas en un mes de más de 50% de su valor. Esto es, si alguien invirtió 10,000 pesos de su aguinaldo en diciembre, hoy tienen menos de 5,000 pesos, si es que las logran reconvertir a pesos.
El problema que tienen estos instrumentos es que mercados financieros como el chino o el coreano han decidido poner límites a esta especulación antes de que contagie al resto de sus economías. Dificultar la realización de estas operaciones es suficiente para provocar esta caída.
Si usted tiene un peso mexicano y lo quiere vender tiene la garantía de que el Banco de México le responderá para que lo cambie por una divisa o un bien o servicio. El bitcoin no tiene hoy esa garantía.
La caída de estas criptomonedas merece darle seguimiento antes de pensar que es la oportunidad de entrar para ganar en la especulación.
No es una devaluación, no es una caída en el precio de una acción que se habrá de recuperar. Es el alto costo de definir su futuro.