Los argumentos para la cancelación del NAIM son tan falsos ahora como lo fueron antes, solo que no hay voces de contrapeso para defender el proyecto
Si militares mexicanos osaron profanar con sus plantas el suelo estadounidense, en una línea divisoria en ocasiones tan poco clara, se hará todo lo que sea necesario para que el presidente Donald Trump esté conforme. To-do.
Pero si de lo que se habla es de la cancelación del aeropuerto de Texcoco y de la acumulación de evidencias de lo mala que fue la decisión de suspender esa obra para parchar el actual aeropuerto y usar una instalación militar lejana y poco práctica, lo que hay es una nueva descalificación a los adversarios.
En la frontera norte hay límites, más allá de los territoriales. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, puede afectar seriamente el desempeño económico y social de México con cerrar la frontera o cancelar el acuerdo comercial vigente.
Entonces, ante esa posibilidad real, aparece el presidente Andrés Manuel López Obrador sensato y conciliador. Pero, en aquellos temas domésticos donde tiene todo el poder, simplemente lo que vale es su voluntad, no hay más.
La insistencia en los argumentos para la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) son tan falsos ahora como lo fueron en el primer momento. Sólo que ahora no hay voces de contrapeso que puedan defender el proyecto. Todo lo que digan quedará como “la verdad”.
Quien se atreva a cuestionar esos argumentos o a insistir en lo negativo de esta decisión entonces forma parte del grupo marginal de la prensa fifí, de los conservadores, de los adversarios.
El plan aeroportuario presidencial no resiste el más mínimo análisis. En el actual aeropuerto de la Ciudad de México van a construir una nueva terminal, la Terminal 3, pero no hay manera de superar el problema inicial: sólo hay una pista.
En la base militar de Santa Lucía, inician las obras en dos meses, pero no hay proyecto, no hay vialidades, las empresas “ganadoras” son secretas.
Con todo, el presidente López Obrador anuncia que todo estará listo en junio del 2021.
Sí, López Obrador calcula que su proyecto aeroportuario estará listo unos días antes de las elecciones intermedias.
Si marinos mexicanos tomaron la mala decisión de cruzar unos metros la frontera y entrar en territorio estadounidense, se hará todo lo necesario: notas aclaratorias, disculpas, todo para no tener ningún tipo de fricción con Estados Unidos.
En este episodio hay algo más que contrapesos, está Donald Trump. El colérico presidente estadounidense, quien, ese sí, con un memorando puede cerrar la frontera. Del lado mexicano, ante ello, priva la prudencia, la sensatez y la visión de Estado.
Pero tampoco hay dudas de que todo este episodio caprichoso de la cancelación del NAIM tendrá también consecuencias en la confianza, en la economía y en la credibilidad presidencial.
Si el presidente López Obrador se anima a adelantar sin tapujos que su proyecto personal de aeropuertos quedará listo unos días antes de las elecciones federales intermedias, si no escucha argumentos financieros, de viabilidad técnica y de la certidumbre necesaria que necesitan los capitales, es porque está seguro de que no tiene contrapesos.
Puede firmar un memorando para violar la Constitución y no pasa nada. Puede arrebatar a su compadre un contrato ganado en una licitación, supuestamente legal, y tampoco pasa nada.
Sin embargo, los contrapesos llegarán conforme no se cumplan las expectativas. Y no serán contrapesos partidistas, ni de los conservadores, vamos ni de la prensa fifí. Serán aquellos ciudadanos que no vean los resultados prometidos por la cuarta transformación y entonces pidan cuentas.