Soy ávido lector de los periódicos diarios desde hace muchos años, antes de que siquiera tuviéramos en la imaginación la probabilidad de su hoy lenta pero inevitable extinción
Soy ávido lector de los periódicos diarios desde hace muchos años, antes de que siquiera tuviéramos en la imaginación la probabilidad de su hoy lenta pero inevitable extinción.
Me recuerdo muy bien que por estas fechas yo procuraba desmenuzar y entender la nota, que era de ocho columnas en todos los periódicos: el presupuesto de egresos de la federación nuestra. Todo mundo le llamaba la danza de los millones, porque no le enendíamos, como hoy. En la ingenuidad de entonces, que sigue vigente, la brújula de mi juicio era un comparativo de cifras para entender la tendencia del gobernante omnímodo que los mexicanos -desde antes de ser mexicanos- hemos tenido insistentemente. Y así evaluábamos, como lo hacemos hoy, la calidad de la melcocha.
De esa suerte, mi inocente juicio establecía que, si el gobierno dedicaba la mayor parte de su gasto previsto a la salud y educación, y no a la defensa (¿de quién?), ese gobierno era bueno.
Muy pronto me dí cuenta de que estaba errado, porque no tomaba en cuenta nunca una variable que sacude a las matemáticas. Las estadísticas, especialmente aquellas que se expresan en porcentajes, tendencias y proyecciones a futuro, no son otra cosa que artilugios que los políticos usan para engañarnos.
Después de una payasada que se prolongó por más de veinte horas en San Lázaro los señores y señoras que nos representan en la Cámara de Diputados aprobaron ayer a primeras horas el presupuesto de egresos para el año próximo.
Luego de, a mano alzada, los diputados aprobaron lo que les mandaron decir que aprobaran, ahora están en la labor de justificar las oscilaciones y bamboleos de lo que su honesta y razonada actitud resolvió.
Resulta que , a simple vista, el sector educativo es el que obtiene la mayor ganancia en el reparto de nuestro dinero. Y que la seguridad no registra un incremento notable en los recursos económicos que debe recibir, a la vista del país ensangrentado (más de 60 asesinatos al día) para salir de este pantano.
No es cierto. La seguridad de nuestro país, si es que hay alguna, está apoyada por la Guardia Nacional, que como debe ser en el cuatrote, depende de la Defensa. Los efectivos (así les dicen a los soldados) que integran la Guardia Nacional, son hoy por hoy la mitad de los soldados que tiene México. Es lo mismo, pero atrás volteado.
¿En dónde quedó la bolita?
En donde siempre.
PILON PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El alcalde de Monterrey, Adrián de la Garza Santos, a quien por segunda vez se le queman las habas para llegar al sillón de gobernador de New Lion que hoy usa el mentirosillo Samuel, anda gastando dinero a lo loco con proyectos raros.
El más notable es ponerle un condón primitivo -nada de latex- a todos los parquímetros que cobraban cinco o diez pesos por dos horas de usufructo en la ciudad capital. Ahora, para pagar una cuota más alta, uno tiene que pasar por un imbécil procedimiento que incluye QRs, tarjetas bancarias, y algunos misteriosos sitios asociados a la inane idea, para hacer el pago en efectivo.
De que los hay, los hay.
El problema es evitarlos, porque abundan.
