Trump también se aparta de la tradicional política externa de Estados Unidos, con sus aberrantes pretensiones imperialistas, de anexar a Canadá, Groenlandia, Panamá y asumir un ilegal control de Gaza, desterrando a los Palestinos
Washington, D.C.- A diferencia de su caótico y lento primer término, en sólo un mes, el presidente Donald Trump, avanza a pasos agigantados en el vertiginoso desmantelamiento de la estructura del “estado administrativo” de Estados Unidos, para adaptarlo a sus planes, mientras da un viraje radical, a la política interna y externa.
Lejos de cumplir sus promesas de “reducir el costo de la gasolina y alimentos” y controlar la inflación, el presidente Trump está inmerso en gastos multi millonarios para “deportaciones masivas” y “emergencia en la frontera,” que militarizó, cuando el cruce de migrantes era mínimo, sin considerar que -con una tasa de desempleo del 4%- la falta de mano de obra, reducirá la siembra, construcción de casas, trabajo de empacadoras de carne e industrias de servicios, elevando el precios, como ocurre con la aplicación unilateral de tarifas y despido masivo de burócratas, aumentando el desempleo e inestabilidad financiera.
Distanciado totalmente de la realidad y la tradicional política externa de Estados Unidos, Trump dice buscar “el fin de la guerra” en Ucrania, exigiendo el pago de la ayuda que se le dio, tomando partido con Vladimir Putin y mintiendo, al acusar al presidente Volodymyr Zelenskly de “haber iniciado la guerra” contra Rusia, que Putin comenzó hace 3 años y, que, a pesar del apoyo de China, Irán, Corea del Norte y la venta secreta de oro, no logra ganar.
Trump también se aparta de la tradicional política externa de Estados Unidos, con sus aberrantes pretensiones imperialistas, de anexar a Canadá, Groenlandia, Panamá y asumir un ilegal control de Gaza, desterrando a los Palestinos.
Apegado al Proyecto 2025, tras despedir a todos los Órganos Independientes de cada oficina del Gabinete, responsables de impedir abusos de poder, fraudes, dispendio o malversación de recursos, para someterlas a su autoridad, con el nombramiento de obedientes seguidores, igual que al Distrito de Columbia, el Servicio Postal y otras agencias.
El presidente Trump logró la “cereza del pastel”, asegurando ahora una “ciega lealtad” y absoluto control del liderazgo militar en el Pentágono, con la destitución del general <froamericano Charles Brown Jr., recientemente nombrado Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas; máximo líder de todas las ramas militares y principal asesor Presidencial, en materia militar.
Encima de todas las reglas tradicionales- lo remplazó por el poco conocido teniente general, Dan “Razin” Caine, excomandante de una unidad de Operaciones Especiales y ex-director asociado de la CIA, para asuntos militares, quien “va en línea con la agenda de América Primero.”
El general Caine se había retirado del servicio y a diferencia de todos sus antecesores desde 1949, no es general de 4 estrellas, nunca comandó grandes contingentes militares y nunca fue parte del Estado Mayor Conjunto.
Con el argumento de “mejorar la eficiencia y re-enfocarse en las prioridades de seguridad nacional del Presidente Trump y como parte de su lucha sin cuartel contra programas sobre discriminación, ahora considerados “ilegales y racistas,” Trump ordenó también el despido de las Almirantes Lisa Franchetti, Primera mujer Jefa de Operaciones Navales y comandante de un portaviones y Linda Fagan, de la Guardia Costera, así como el General James Slife, segundo funcionario de más alto rango de la Fuerza Aérea.
Otros altos jefes militares serán removidos, igual que al menos cinco mil 400 empleados civiles del Pentágono, lo que genera incertidumbre, ya que se planean recortes del 5 al 8% de la fuerza laboral civil, de 900 mil empleados del Departamento de Defensa.
La Oficina de Inteligencia de la Naval, responsable de la evaluación de amenazas, fue notificada del “congelamiento de todas las nuevas contrataciones de analistas de inteligencia” mientras se deciden más despidos; analistas esperan que la remoción no ponga en riesgo la seguridad nacional como ocurrió con la terminación de expertos de armas nucleares, a cargo de los silos y arsenal nuclear.
Militares retirados y en servicio activo, legisladores y analistas, censuraron los despidos -sin razón aparente-, diciendo que este movimiento, inédito en la historia de las Fuerzas Armadas, envía el claro mensaje de que “no mostrar lealtad personal y política a Trump, puede resultar en su venganza, al margen de décadas de servicio honorable,” en contraste de quienes haciéndolo, se convierten en dóciles y obedientes elementos, en cuestiones relacionadas a las leyes militares.
Dijeron que “el castigo injustificado de altos funcionarios militares se traducirá en una reducción de reclutas.”
Por ejemplo, la renuencia del General Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, quien objetó el desplazamiento de tropas para controlar las manifestaciones en Minnesota, tras el asesinato de George Floyd, llevó a Trump a ordenar que se le degradara, se retirara su fotografía del Pentágono y se le retiraran escoltas, igual que a su exsecretario de Defensa, Mark Esper.
Confiado en el control absoluto de las dos cámaras del Congreso y la peor versión de Suprema Corte de Justicia de la Nación, con magistrados que secundaron la gran mentira del “robo de elección de Trump” en 2020 y sobornados por Republicanos multimillonarios, Trump parece disfrutar del terror que genera con las redadas masivas, despidos injustificados de burócratas y la muy peligrosa transformación de la empleados federales de carrera, por obedientes militantes de MAGA.
Trump busca por todos los medios aumentar su popularidad, convirtiéndose en el primer presidente que asiste al Super Bowl, auto nombrándose presidente del Centro Kennedy para las Artes, invitando figuras públicas a la Casa Blanca, o amenazando a gobernadores con despojarlos de participaciones federales, si no secundan su política de marginar a LGBTQ, “porque somos la ley federal”, mientras sus obedientes e incondicionales legisladores Republicanos, ceden funciones constitucionales al Ejecutivo, para negociar el presupuesto, proponen un tercer término o día festivo, su fecha de nacimiento.
Con apoyo de su ejecutor y multimillonario contribuyente de su campaña, Elon Musk, el hombre más rico del mundo, que tiene jugosos contratos de miles de millones con el gobierno federal, la Oficina de Manejo de Presupuesto de la Casa Blanca, ha hecho llegar mensajes electrónicos a 2 millones 300 mil empleados del gobierno, pidiéndoles “detallar sus logros en la última semana,” traumatizando a los empleados que han hecho carrera en el gobierno federal, a sus familias y sus hijos, mientras se evalúa el cierre de la Agencia Internacional de Ayuda para el Desarrollo, USAID, el CDC o Centro de Previsión y Control de Enfermedades, el Departamento de Educación y otras dependencias gubernamentales.