Durante muchos años en la encuesta que levanta el Banco de México entre expertos en economía, una de las principales respuestas de estos analistas para explicar los lastres de la economía en adelante era la ausencia de cambios estructurales. Este gobierno inició con un gran impulso a cambios importantes. La reforma energética, todavía tan subvaluada, … Continued
Durante muchos años en la encuesta que levanta el Banco de México entre expertos en economía, una de las principales respuestas de estos analistas para explicar los lastres de la economía en adelante era la ausencia de cambios estructurales.
Este gobierno inició con un gran impulso a cambios importantes. La reforma energética, todavía tan subvaluada, fue la principal. Pero también otras de gran calibre, como la reforma en telecomunicaciones y los cambios en materia fiscal, que aunque abusivos con la clase media sí aumentaron la recaudación.
Fue suficiente para que se borrara de un plumazo la exigencia de estos analistas de emprender cambios estructurales para sostener el crecimiento del país.
Algunos pensamos que sin cambios en materia de seguridad pública, Estado de Derecho y combate a la corrupción, los cambios estructurales estaban incompletos.
Bien, pues tras varios años de ausencia, estos especialistas volvieron a poner la mirada en esa ausencia de cambios estructurales.
Es de llamar la atención que hoy son sobre todo factores internos los que frenan las posibilidades de un buen desempeño económico, a diferencia de años anteriores cuando se recargaban las culpas en factores básicamente externos.
El cambio estructural pendiente que llama la atención de estos analistas y de hecho de alguna parte de la opinión pública es la falta del nombramiento del fiscal del Sistema Nacional Anticorrupción porque el Senado lo mandó a la congeladora. Tampoco saldrá adelante la Ley de Seguridad Interior.
El sistema penal acusatorio tiene graves fallas que tienen que corregirse en su ejecución, pero también en su diseño legislativo. Tampoco en eso tienen prisa los diputados y senadores.
En este país de tradición presidencialista sigue esa costumbre de señalar a una sola persona como la responsable de cualquier calamidad nacional. Sea o no sea su responsabilidad, la crítica llega hasta el presidente de la República.
Esto es en todo caso consecuencia y karma del partido en el poder que por décadas sostuvo un régimen donde la voluntad de un solo hombre movía todos los niveles de gobierno y todos poderes de la unión.
La ciudadanía parece satisfecha con emitir un voto y creer que con eso se vive en democracia. Con eso en mente, los partidos políticos priorizan los temas electorales sobre su obligación de gobernar a través de los representantes populares.
Es por eso que el coordinador de los senadores del PRI, Emilio Gamboa, prefiere ir a una reunión con el dirigente de su partido a discutir estrategias electorales que procurar un periodo extraordinario para sacar adelante los importantes pendientes, y simplemente no pasa nada.
Pueden los otros partidos declarar que hay que esperar a que los tiempos electorales permitan el trabajo legislativo y no hay ninguna reacción colérica de los ciudadanos.
Lo único que queda es esperar a que los tiempos electorales permitan retomar estas reformas estructurales tan indispensables y rogar que la sucesión presidencial abra la ventana de oportunidad para ello. O bien, esperar al siguiente gobierno.
Por lo pronto, la respuesta en la encuesta del banco central sobre la ausencia de cambios estructurales como uno de los lastres para este país continuará aumentando su incidencia de preocupación por parte de los analistas.