La más reciente minuta parece que quedó impresa en papel de china, ese que es transparente y deja ver el texto, pero también lo que hay detrás
El argumento para no personalizar la minuta que da cuenta de las reuniones de política monetaria del Banco de México (Banxico) es que se podría estigmatizar a algunos de los integrantes de la Junta de Gobierno y perderían espontaneidad para emitir sus opiniones.
Lo único que se hace público es el sentido del voto de cada uno de los que pueden decidir el rumbo de la política monetaria. Lo que se convierte en un indicio de las consideraciones previas al momento de tomar la decisión.
A las reuniones de decisión de política monetaria asisten el secretario y el subsecretario de Hacienda, que hablan, pero no votan.
La más reciente decisión de política monetaria se tomó el 6 de febrero, aunque se anunció el día siguiente, en el sentido de mantener sin cambios la tasa de interés de referencia en el nivel de 8.25%, una decisión unánime que realmente no tenía mucho margen para ser de otra manera.
Por cierto, que en tiempos de Agustín Carstens como gobernador del Banxico se tenía el sano ejercicio de dar a conocer la decisión de política monetaria el mismo día que se llevaba a cabo la reunión.
El argumento de Carstens es que se dio cuenta que se filtraba a los mercados la decisión del día anterior y se notaba cierta influencia financiera antes de hacer público el anuncio.
Pero resulta que el banco central, bajo el mando de Alejandro Díaz de León, regresó, desde junio del año pasado, a tener las reuniones un día antes del anuncio. Seguro es más cómodo, ojalá sea seguro para evitar la filtración de información privilegiada.
En fin, la más reciente minuta parece que quedó impresa en papel de china, ese que es transparente y deja ver el texto, pero también lo que hay detrás.
Justo acaban de llegar a la Junta de Gobierno dos personajes tan controvertidos como mediáticos. Jonathan Heath, activo crítico de los temas económicos, y Gerardo Esquivel, muy cercano a los afectos del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Los otros integrantes, empezando por el gobernador Díaz de León, pero también los subgobernadores Irene Espinoza y Javier Eduardo Guzmán tienen un perfil más discreto ante la opinión pública y quizá también pudieran ser identificados en sus planteamientos por aquellos verdaderamente iniciados que les conozcan muy bien.
Así que puede echarse un clavado en la más reciente minuta y ver de cuerpo entero que las consideraciones dejan ver algo de las posturas más polarizadas. Pero en el caso del Banxico, y hay que decirlo, con la certeza de que sus integrantes son profesionales que trabajan por cumplir el mandato básico de controlar la inflación.
Pero está claro que podemos intuir quiénes pudieron haber dicho, y quienes no, que “la sustantiva reasignación del gasto público puede traducirse en mayores retrasos e ineficiencias en la asignación de recursos y debilitar la actividad económica en mayor magnitud de lo que normalmente sucede al inicio de cada sexenio”.
Y del otro lado, parece que esta referencia lleva todo el sello de la 4T: “Uno agregó el posible efecto positivo que pudieran tener los nuevos programas sociales, que podrían dar un impulso importante al mercado interno al enfocarse en segmentos de la población, como adultos mayores y jóvenes, con una elevada propensión a consumir”.
La riqueza del debate plural encuentra su grandeza en que todos tienen un objetivo común y en que las ideas diferentes se complementan, no se combaten. Si puede funcionar para Banxico, puede funcionar para el país.