La 4T, como buen gobierno, a veces miente, a veces engaña. El problema es cuando lo segundo se vuelve costumbre
Amables lectoras y lectores, tal vez al leer el título de hoy piensen que me volví loquito, porque “mentir” y “engañar” suenan igual. Pero, según el experto en comunicación política Xavier Domínguez, no son lo mismo. Aquí les comparto su visión, que —se los advierto— ayuda a entender mejor el folclore político mexicano.
Para el consultor de origen español, mentir es exagerar, adornar, ponerle “crema a los tacos”, como decimos por acá. Pero ese adorno no necesariamente tuerce los valores. Si seguimos los planteamientos de Domínguez, todos mentimos. Por ejemplo, en nuestra trayectoria profesional: un candidato puede decir que fue un estudiante de excelencia, aunque haya tenido sus tropiezos en la vida académica.
“Mentir está permitido y lo hace todo el mundo, no tiene un valor negativo. Lo que pasa es que le tenemos que dar una utilidad, como, por ejemplo, evitar males menores, transmitir responsabilidad. Entonces, la mentira es absolutamente imprescindible y necesaria. Cualquier cuestión de la vida explicada tal cual, sin relato, sería más aburrida. Los Reyes Magos no son verdad, pero aportan un beneficio cultural, anímico, económico… Maquillarse es una mentira, igual que el tinte del cabello”, explicó Domínguez a un medio español.
En cambio, engañar ya es otra cosa: es ocultar, manipular. Quienes engañan “quieren que la sociedad crea una realidad que no existe, quieren sacar un provecho, está hecho con malicia. A diferencia de la mentira, el engaño esconde la realidad, la distorsiona en beneficio propio”.
A casi siete años de la llegada de la 4T al gobierno, los resultados no han sido los óptimos. Basados en los conceptos de Domínguez, veamos algunos ejemplos de nuestra tragicomedia nacional.
¿Se acuerdan cuando nos prometieron un sistema de salud como el de Dinamarca? Lo escuchamos, lo repetimos y hasta hubo quien se ilusionó. Y sí, quizá ahí la 4T solo mintió… vendió la ilusión, adornó la promesa. Pero luego vino la realidad: hospitales sin medicinas, gente haciendo fila para conseguir una cita, médicos mal pagados. Y ahí, amigas y amigos, ya no fue solo mentira… ahí hubo engaño. Sabían que no podían y, aun así, vendieron el sueño. Insistieron. Insisten. Aquí ya se cruzó la línea al engaño.
Otro caso: el Tren Maya. Gran emblema, promesa de desarrollo, de respeto al medio ambiente. Pero ¿qué pasó? Selvas destruidas, cenotes contaminados, comunidades ignoradas. Los spots oficiales te venden un paraíso ecológico; las noticias y los testimonios de la gente, otra historia. ¿Mentira? Tal vez al principio. ¿Engaño? A estas alturas, parece que sí. ¿O fue un engaño desde el principio? Juzgue usted.
O el clásico de los clásicos: la seguridad. Dicen que hay una lucha frontal, que se atacan las causas de la inseguridad, que vamos bien. Pero si uno camina por ciertas colonias de la CDMX o por muchas ciudades del país, la historia cambia. Y no hace falta ser reportero de nota roja para notarlo. ¿Adornan? Seguro. ¿Ocultan? También.
La 4T, como buen gobierno, juega con esa frontera. A veces miente, a veces engaña. El problema es cuando lo segundo se vuelve costumbre. Cuando ya no se trata de adornar, sino de manipular. Y entonces, el famoso “no somos iguales” se empieza a desmoronar solito.
Así que sí, amigas y amigos, la próxima vez que vean un anuncio rimbombante, una mañanera optimista o una inauguración triple, pregúntense:
¿Nos están poniendo crema… o nos están viendo la cara?
EN EL TINTERO
En este periodo extraordinario de sesiones se puede demoler la libertad de expresión en México.
Si pasa la eliminación de los diputados plurinominales, oficialmente entraremos en una dictadura constitucional.
ME GUSTARÍA CONOCER TU OPINIÓN