La mala noticia es que la inflación general en México lleva ya tres meses consecutivos arriba de lo que el Banco de México dice tolerar como máximo. El famoso 3%, más-menos un punto porcentual
La mala noticia es que la inflación general en México lleva ya tres meses consecutivos arriba de lo que el Banco de México dice tolerar como máximo. El famoso 3%, más-menos un punto porcentual.
La peor noticia es que los precios se están comportando de una manera dispar en la que de poco serviría una acción lineal de política monetaria, como subir la tasa de interés, porque las mayores presiones están en los alimentos.
Parece que la epidemia de Covid-19 en México ha trazado una raya en el comportamiento de los precios entre aquellos que se pueden dispensar por las medidas sanitarias, como los servicios y aquellos que son inevitables, como el consumo de alimentos.
La inflación general hasta octubre pasado presentaba una medición anualizada de 4.09 por ciento. Suficiente para que la Junta de Gobierno haga notar su malestar con tal nivel. Pero el detalle del comportamiento de los precios es lo que merece más atención.
La inflación del subíndice de los servicios marca una cómoda inflación anualizada de 2.40 por ciento. Evidentemente muchas de estas actividades son presenciales y por lo tanto se han visto limitadas por las medidas sanitarias.
Pero la inflación de las mercancías, en octubre pasado, alcanzó 5.44 por ciento. Las medidas sanitarias también impactan en la distribución de las mercancías, pero son los productos alimenticios los que más resienten el incremento. Las mercancías alimenticias, más bebidas y tabacos, presentan una inflación anualizada de 6.93%, contra 3.85% de las mercancías no alimenticias.
El fenómeno se repite en los precios subyacentes y en los volátiles: la comida sube de precio, el resto de los bienes se mantienen estables o incluso bajan de precio.
Aun en la pandemia hay que comer, la producción de estos bienes puede estar afectada por el confinamiento, pero al mismo tiempo los recursos disponibles por la imposibilidad de adquirir otros bienes y servicios no alimenticios se pueden destinar a mejorar la dieta y eso presiona los precios.
Como sea, la inflación más alta desde mediados del 2019 debe llamar la atención de la autoridad monetaria que ve cómo este fenómeno del comportamiento de los precios acompaña a la peor recesión en la historia moderna de México.
Subir las tasas de interés poco puede ayudar si hablamos de productos tan perecederos como los alimenticios.
Puede ser que, por el contrario, hacer accesibles otros productos no alimenticios regule el destino del gasto y por lo tanto reequilibre el consumo.
Habrá que ver si El Buen Fin atrae a esos consumidores hacia otro tipo de objetivos de gasto. Y definitivamente, los servicios tienen que recuperar su mercado, porque ahí el problema va más allá de sus precios, tiene que ver con la destrucción de esas cadenas productivas que quedaron a su suerte desde el inicio de la contingencia sanitaria.
Por lo pronto, una inflación por arriba de la meta del Banxico, en medio de la peor recesión en la historia y con ese componente de precios elevados de los alimentos, es algo para tomar en serio.
Precios altos acompañan a la peor recesión
- Parece que la epidemia de Covid-19 en México ha trazado una raya en el comportamiento de los precios entre aquellos que se pueden dispensar por las medidas sanitarias, como los servicios y aquellos que son inevitables, como el consumo de alimentos.
- Como sea, la inflación más alta desde mediados del 2019 debe llamar la atención de la autoridad monetaria que ve cómo este fenómeno del comportamiento de los precios acompaña a la peor recesión en la historia moderna de México.
- Una inflación por arriba de la meta del Banxico, en medio de la peor recesión en la historia y con ese componente de precios elevados de los alimentos, es algo para tomar en serio.