Ahí están todos mordiendo el anzuelo de este viejo candidato de colmillo retorcido que sabe cómo poner en la agenda los temas más intrascendentes mientras gana lo que más quiere por ahora: tiempo. ¿Es realmente tema de discusión cuánto le pagan a un puñado de expresidentes de pensión? La verdad es que no. Está escrito … Continued
Ahí están todos mordiendo el anzuelo de este viejo candidato de colmillo retorcido que sabe cómo poner en la agenda los temas más intrascendentes mientras gana lo que más quiere por ahora: tiempo.
¿Es realmente tema de discusión cuánto le pagan a un puñado de expresidentes de pensión?
La verdad es que no. Está escrito en el manual de propaganda de Joseph Goebbels en los principios nazis de simplificación, vulgarización y contagio. Todo lo que ha hecho durante tantos años Andrés Manuel López Obrador lo ha seguido como libro de receta de la propaganda hitleriana.
El punto es que le funciona, y muy bien. Tiene a los otros candidatos, a la opinión pública y a los analistas hablando de las pensiones de los expresidentes, del avión presidencial, de hacer parque público la residencia de Los Pinos, en fin.
Son temas banales que alimentan con palabras como pobreza, injusticia, corrupción y todo aquello que se clava en la emoción, pero que no resuelve los temas verdaderamente importantes del país.
Y cuando se discuten estos temas, todos los demás tienen la razón sobre López Obrador. Pero lo que gana este personaje es tiempo. No le importa tener la razón en los debates huecos, lo que quiere es seguir jugando su dedo en la boca de los electores.
Todos esos temas perfectamente bien diseñados desde la impecable aplicación de la propaganda goebbeliana le sirven a Andrés López y su equipo para que pasen estos últimos 80 días antes de las elecciones.
Este tiempo perdido desde la óptica de la sociedad implica no tener claridad sobre lo que realmente quiere hacer este personaje con el país, con las finanzas, con la economía, con la propiedad privada y los derechos de terceros.
No hay claridad por parte de los electores, y es que lo que está en juego no es la pensión de Vicente Fox sino el futuro mismo de este país en un marco de un modelo estatista del siglo pasado.
Si quiere hablar de pensiones, que se posicione sobre un gran problema en el que estamos metidos millones de mexicanos. El sistema de cuentas individualizadas de pensiones va camino a una gran crisis que se desatará el día que el primer trabajador se pretenda retirar con tan sólo su ahorro en una afore.
Salvo aquellos muy pocos trabajadores que han ahorrado de manera voluntaria, la gran mayoría estarán condenados a la pobreza del retiro en la tercera edad.
Se necesitan cambios tan profundos como aumentar el monto de las aportaciones obligatorias y el incremento de la edad de jubilación. Las decisiones que se tienen que tomar serán complicadas y poco populares.
O bien, se puede tomar dinero público para completar las pensiones de millones y provocar una gran crisis económica. ¿De qué lado quedaría Andrés Manuel López Obrador?
¿No tenemos el derecho de saber cuáles serían las decisiones de este personaje en temas de tal trascendencia?
Hay un verdadero peligro para la estabilidad financiera del país, tanto por las bombas de tiempo sembradas durante las administraciones pasadas, como por las malas decisiones que de hecho adelanta un gobierno populista.
Son temas tan trascendentes que no vale la pena perder el tiempo en las trampas de la propaganda goebbeliana que experimentan con todos nosotros.