La moraleja de la historia es que el huachicol fiscal es más rentable que el de la gasolina, además no mancha la ropa y es fácil de lavar… en bancos y despachos contables
Preparaba yo un texto cuyo encabezado sería: “Entre la calumnia y la corrupción”, referente al afán de la oposición en magnificar las malas noticias contrarias para llevar agua a su molino. Pensaba escribir que las fuerzas políticas contrarias a Morena denominadas de derecha, esgrimen calumnias, fake news y medias verdades para desprestigiar al gobierno —llamado de izquierda— quien, al parecer, no necesita de tanto esfuerzo para su deshonra. Mi escrito iba encaminado a expresar que un personaje sedicente morenista, como Adán Augusto López Hernández y su presunta complicidad con Hernán Bermúdez, líder de “La Barredora” y el descaro del tabasqueño —con fuero de senador—para eludir el tema, le hace más daño al gobierno de la doctora Sheinbaum, que 250 intervenciones en tribuna de Lilly Téllez, una rutina de Brozo y dos artículos de Loret de Mola.
Por ahí iba la materia de mi columna cuando, a propósito de corrupción, surgió el asunto, del huachicol fiscal, que tiene más cola que la que hacen los aficionados al futbol con el fin de adquirir boletos para el clásico: América vs. Chivas. El huachicol fiscal es una modalidad que el tradicional que dio origen a neologismo. La diferencia es que no se ordeñan ductos, se ordeñan facturas. Según las investigaciones que jamás serán dadas a conocer, la red de complicidades es más grande que el grupo de WathsApp de exalumnos de la Prepa seis.
El contenido de la “huachicolota” es un bufé noticioso con muchos suculentos platillos que no sabe uno ni por cuál comenzar. Aquí va un listado de elementos con los cuales es posible desarrollar una serie para Netflix.
La mega red criminal que operaba el huachicol fiscal estaba encabezada por los hermanos Fernando y Manuel Roberto Farías Laguna, contraalmirante y vicealmirante, respectivamente, y además sobrinos “políticos” —en ambos significados de la palabra— del secretario de Marina en el sexenio pasado, José Rafael Ojeda Durán. No obstante que los jefes de la organización delincuencial son hermanos, el grupo criminal operaba con el nombre de “Los Primos”. Cualquier semejanza con una banda musical durangueña es mera coincidencia.
Fue en el puerto de Tampico, Tamaulipas donde la Secretaría de Seguridad, al mando de Omar García Harfuch, descubrió que el buque Challenge Procyan, que supuestamente cargaba productos “petroquímicos” en realidad transportaba 10 millones de litros de diesel de contrabando. Posteriormente en un predio de Ensenada, Baja California decomisaron ocho millones de litros de gasolina. Ambos eventos fueron el detonante de la detención de Manuel Roberto Farías Laguna —el hermano está prófugo— y 14 personas más entre marinos en activo, aduanales, empresarios rapaces. Un pez gordo se dio a la fuga: Roberto Blanco Cantú “El Señor de los Buques”.
Aquí viene bien un flash back: A mediados de junio del año pasado, el contralmirante Fernando Rubén Guerrero Alcántar, escribió una carta para el secretario Ojeda Durán, en la que denunciaba a su sobrino político, Farías Laguna, porque aprovechaba su cargo para poner personas claves en aduanas y así operar su red de contrabando. No pasó nada. En octubre se entrevistó con el actual secretario, Almirante Raymundo Morales. Luego se fue de vacaciones a Manzanillo donde fue asesinado en noviembre. El crimen fue relacionado con el de la agente de la Fiscalía General de la República en Colima, Magaly Janet Nava Ramos, sucedido en octubre, quien, supuestamente, algo sabía sobre el contrabando.
Para que la serie tenga éxito hace falta más sangre, para eso tenemos que incluir el caso de Abraham Jeremías Pérez Ramírez, titular de la Unidad de Protección Portuaria en Altamira, quien resultó involucrado en el caso. Este lunes se “suicidó” en su oficina. Como en la ficción se puede especular, propongo que el personaje se suicide dándose 14 puñaladas en la espalda.
La moraleja de la historia es que el huachicol fiscal es más rentable que el de la gasolina, además no mancha la ropa y es fácil de lavar… en bancos y despachos contables.