Quien conozca un poco de la historia secreta de Cuba sabe perfectamente cuál es la solución para tanta saladez
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, encontró un argumento irrefutable para explicar el desastre de los apagones que tiene a las calles de la isla llenas con nuevas protestas. Dijo que desde luego, todo se debe al bloqueo estadunidense, como aquí los homicidios al gobierno de Calderón y los feminicidios al neoliberalismo.
Pero, reconoció: “hemos tenido también baches en la distribución de combustible”, y algún “déficit de generación térmica”. Ver aquí. Para que no se diga, pienso, que no hay autocrítica revolucionaria en el desastre energético de la revolución. Luego Díaz-Canel fue al meollo del problema.
“El otro elemento” de la crisis, agregó, “lo voy a decir en cubano: es que estamos salaos con esto de la energía”. Salaos con esto de la energía. “En menos de tres meses”, confesó Díaz-Canel, “hemos tenido dos accidentes, que nos han sacado 400 megawatts de generación”. ¡Dos accidentes! ¡400 megawatts! Sí, salaos.
Además no hay alimentos, la inflación está loca y la gente enojada en las calles. Y eso en un país que ha hecho todo para evitar esto, pues tiene en sus cárceles al mayor porcentaje de presos per cápita del mundo, 794 por cada 100 mil habitantes, según la dolorosa revelación de Cuban Prisoners Defenders. Ver aquí.
Quien conozca un poco de la historia secreta de Cuba sabe perfectamente cuál es la solución para tanta saladez. Hay que traer de nuevo a La Paloma. Hay que volver al momento fundador en que una paloma se paró en el hombro de Fidel Castro y los sacerdotes secretos de los cultos africanos de Cuba, los babalaos, reconocieron en ese augurio al Elegido, al marcado por el destino para marcar a Cuba.
¡Llamad, pues, a los babalaos, volved al origen! Aunque haya la versión insidiosa de que algunos babalaos no vieron en la paloma de Fidel el signo de unos tiempos buenos sino de unos malos.
Supieron desde entonces que había llegado la salazón a la isla, la salazón de estos sesenta años de pobreza y dictadura de la que la salazón energética de hoy es sólo una salazón más y Miguel Díaz-Canel, su salado presidente. Salado, la verdad, el pueblo de Cuba.