Lejos está de domarse la pandemia, como para poder calcular si es que con el otoño y el invierno tendríamos que enfrentar un rebrote de la mano de la temporada de influenza
Contrario a los discursos populistas, la pandemia está lejos del control, los efectos económicos negativos no han terminado y todavía faltan consecuencias que hoy no hemos conocido, como aquellas que involucran problemas financieros, para las familias, las empresas y los países.
Países como México o Estados Unidos sufren las consecuencias de una reapertura acelerada y desordenada y aumentan el número de casos dentro del primer brote de la pandemia de Covid-19.
Lejos está de domarse la pandemia, como para poder calcular si es que con el otoño y el invierno tendríamos que enfrentar un rebrote de la mano de la temporada de influenza.
Y en la economía, pudieron ya pasar los peores resultados que ha tenido la economía mexicana en su historia, con el final del segundo trimestre, pero los efectos de esos derrumbes están muy lejos de haberse paliado.
Haber tocado fondo no significa que podamos salir rápidamente de las profundidades donde cayeron tantas actividades de la economía mexicana.
Y una consecuencia lógica será el efecto financiero de todo esto.
Los países que tuvieron a bien apoyar a su gente y dieron subsidios por desempleo a sus trabajadores, facilidades fiscales a sus empresas y un respaldo económico a las familias en la peor parte del confinamiento, habrán provocado o aumentado sus desequilibrios en las cuentas públicas y lo tendrán que pagar.
Para esas economías, el G7 impulsa un plan de suspensión de pagos de deuda, para que los acreedores de las naciones del G20 den un tiempo de gracia a esas naciones en el servicio de sus deudas.
En el caso de México, no hubo un solo apoyo ni para empresas ni para trabajadores. Sin embargo, la caída en los ingresos y el mismo derrumbe económico habrá de provocar problemas en los balances fiscales públicos. Aparentemente nada que pueda implicar alguna contingencia financiera.
Pero muchas empresas y familias tendrán dificultades para hacer frente a los servicios de sus deudas. Desde el pago de las tarjetas de crédito, las hipotecas o el pago de proveedores y préstamos de trabajo.
Mecanismos tempranos de refinanciamiento pueden evitar que se abulten los adeudos y se vuelvan impagables, lo que sí puede desatar en el mediano plazo un choque en el sistema financiero.
Y aunque al presidente López Obrador no le gustaron los moditos en que el Banco de México intermedió para conseguir financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo negociado por el Consejo Mexicano de Negocios, para otorgar 30,000 créditos para empresas mexicanas, esto es parte de una solución a una futura crisis de liquidez.
Además, muchos bancos concedieron cuatro meses de gracia a sus clientes para no desembolsar los pagos mensuales de sus créditos, sin dejar de cobrar intereses, pero sin recargos. Esto también ayudó a la liquidez familiar. Pero eso se acaba este mes.
La salud financiera global corre muchos riesgos porque sigue siendo incierto el futuro de la pandemia y la economía ha frenado su crecimiento. Las medidas financieras preventivas que se tomen ahora se abonarán a una recuperación que en el futuro pueda tardar menos tiempo.