Los negociadores mexicanos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) dicen que los asuntos migratorios, con todo y discursos presidenciales, son peras y que los temas comerciales son manzanas. Que no se cruzan en la negociación. Es verdad que los técnicos que tratan de encontrarle cuadratura a las posiciones tan encontradas en … Continued
Los negociadores mexicanos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) dicen que los asuntos migratorios, con todo y discursos presidenciales, son peras y que los temas comerciales son manzanas. Que no se cruzan en la negociación.
Es verdad que los técnicos que tratan de encontrarle cuadratura a las posiciones tan encontradas en materia, por ejemplo, de reglas de origen de la industria automotriz, nada tienen que ver con los tuits de Donald Trump en materia de militarización fronteriza y tampoco con el mensaje de respuesta en cadena nacional del presidente Enrique Peña Nieto.
Pero la realidad es que fueron las autoridades mexicanas las que le dijeron, desde un inicio, al gobierno republicano de Donald Trump que México buscaría una negociación integral de la relación. Fue la respuesta que dio este país a la denostación permanente que hacía el gobierno de Donald Trump al TLCAN.
La paradoja es que hoy las posiciones más cercanas están en materia comercial y el distanciamiento viene en las áreas de seguridad y migración.
Está confirmado que no habrá octava ronda negociadora en Washington tal como estaba previsto para esta semana. El argumento es que los negociadores técnicos ya están reunidos de manera permanente, tratando de encontrar salida en los temas más complejos, que incluso supimos que pasan por cuestiones ambientales donde hay desencuentros importantes.
Pero tampoco habrá este próximo fin de semana, en la Cumbre de las Américas de Perú, aquel famoso pronunciamiento de un acuerdo marco por parte de los presidentes de México y Estados Unidos y del primer ministro canadiense.
Sin embargo, la fecha fatal para que haya un acuerdo está cercana, al menos para México y Estados Unidos que enfrentan elecciones cruciales este año.
Es conocido que, si no se llega a un acuerdo definitivo antes de que los mexicanos vayamos a las urnas y las elecciones las gana un populista-nacionalista, se acabó el tratado.
Pero también en Estados Unidos la ventana de oportunidad para que el senado de ese país pueda dar su aval al TLCAN se cierra en mayo. Después tendrían que esperar a las elecciones de noviembre, donde Donald Trump no tiene certeza de obtener un resultado a su conveniencia.
Por eso es que, en esa batalla de percepciones, el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, prefiere ver el vaso medio lleno y le asigna 80% de posibilidades a que se logre antes de mayo un acuerdo marco.
Este pacto, en principio, no implica necesariamente la conclusión del acuerdo, pero implicaría la primera gran señal de que se puede lograr la renegociación.
Lo que seguiría si se logra el acuerdo, en principio, es una carrera contra el tiempo para lograr cerrar los 30 capítulos del TLCAN y llevarlo al aval del senado mexicano, antes de que se cumplan tres tiempos: el primero que es el resultado electoral del 1 de julio, el segundo es el cambio de legislatura en septiembre y el tercero es el cambio de gobierno el 1 de diciembre.
Así que 80% de posibilidades del TLCAN que hoy le ve el gobierno mexicano es un anticipo de un final de fotografía para esta tortuosa renegociación.