Prácticamente todos los pronósticos económicos para México que se hagan para este año deberán incluir una corazonada. Hay estimaciones, como la del tipo de cambio, que podríamos dejar para el juego de la ruleta. Pero otros indicadores básicos como el desempeño del Producto Interno Bruto o el Índice Nacional de Precios al Consumidor pueden verse … Continued

Prácticamente todos los pronósticos económicos para México que se hagan para este año deberán incluir una corazonada.
Hay estimaciones, como la del tipo de cambio, que podríamos dejar para el juego de la ruleta. Pero otros indicadores básicos como el desempeño del Producto Interno Bruto o el Índice Nacional de Precios al Consumidor pueden verse influidos por factores imponderables como una decisión arbitraria de gasto público o una determinación desde Washington de terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Y para complicar más la posibilidad de atinarle a un pronóstico hay que adivinar cuáles serían las respuestas de las autoridades ante estos eventuales hechos.
Por ejemplo, en las estimaciones de la inflación y del nivel del costo del dinero hay que tratar de adelantarse a cuántos incrementos en sus tasas de interés habrán de llevar a cabo los bancos centrales de México y de Estados Unidos.
En estos momentos ni la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ni el Banco de México son fáciles de leer en sus intenciones monetarias. En el caso de México, la inflación muestra un desbordamiento de la meta y eso debería obligar a una mayor restricción monetaria si no recupera su cauce pronto.
La inflación de enero será determinante para que durante la primera reunión del año para decidir la política monetaria, el 8 de febrero, se determine la suerte de la tasa de interés de referencia.
Si para ese momento los tomadores de decisiones dentro del Banxico no tienen claridad de que este 2018 inició con una baja sostenida de la inflación, más allá de la ventaja comparativa de las estadísticas, podríamos ver otro aumento consecutivo en el costo del dinero desde el nivel actual de 7.25 por ciento.
Esto, además de otras medidas, incluso discursivas, que deba asumir el Banco de México para enfrentar una inflación que ha duplicado su meta desde hace varios meses.
En el caso de Estados Unidos la Fed podría ser aparentemente un poco más fácil de predecir, pero no es así.
Es un hecho que la inflación general se ha mantenido por debajo de la meta del banco central de 2%, que los niveles cercanos al pleno empleo y el aumento en los niveles de consumo no han presionado los precios.
Sin embargo, los precios de los energéticos y su relación directa con el clima pueden cambiar esta suerte.
Además, no hay claridad de qué tanto será influenciable el nuevo presidente de la Fed, Jerome Powell, ante las presiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para mantener bajo el costo del dinero y darle con ello un empujoncito al crecimiento económico.
El año pasado el pronóstico era de tener tres incrementos de un cuarto de punto durante todo el 2018, hoy se especula de sólo dos aumentos.
En fin que, en un año de elecciones, de renegociación del TLCAN, de reforma fiscal en Estados Unidos y otros tantos imponderables, es difícil que algún pronóstico pueda ser una apuesta segura en este 2018.