Los científicos del mundo han vivido con el temor de que la Tierra invierta su polo magnético y se generen cambios drásticos en la vida del planeta. Y en lo que llegan esos cambios planetarios, hay una inversión de polos políticos que está justo en proceso en este momento y que tendrá efectos globales. La … Continued
Los científicos del mundo han vivido con el temor de que la Tierra invierta su polo magnético y se generen cambios drásticos en la vida del planeta.
Y en lo que llegan esos cambios planetarios, hay una inversión de polos políticos que está justo en proceso en este momento y que tendrá efectos globales.
La nación que parecía liderar al mundo libre hoy insiste en regresar a los tiempos de la Guerra Fría y nos hace sentir ante la inminencia de una guerra con Rusia, al tiempo que desata los demonios de una guerra comercial que en el pasado ha llevado a desgracias económicas tan importantes como la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado.
Y el polo opuesto se magnetiza con la iniciativa del presidente chino, Xi Jinping, de convertirse en el adalid del libre comercio y la apertura financiera. Eso sí, no alcanza el nivel de imán terrestre porque todo lo hace desde una posición antidemocrática y autoritaria.
Puede ser que algunos millones de chinos respondan que, para llevar a personajes tan impresentables a las presidencias del mundo democrático, mejor se quedan con el modelo autoritario que tienen y que ahora les dio un buen líder de por vida.
El punto es que el mundo está en una inversión de polos al menos en materia comercial.
Lo malo de la respuesta prudente e inteligente del presidente de China, Xi Jinping, para evitar una escalada en la guerra comercial que quiere desatar el gobierno de Donald Trump es que el presidente republicano creerá que realmente funciona su estrategia de estrangular a sus adversarios para conseguir lo que quiere.
Imagine la cara de Trump cuando vio que los chinos accedían a revisar sus aranceles automotrices, seguro se le infló el pecho como pavorreal y se sintió el invencible negociador que describe en su libro del arte de vender.
No alcanza Trump a ver que la batalla comercial con China tiene muchos años que la perdió y que la jugada del régimen de Beijing apunta a ser ahora la potencia financiera mundial.
Más allá de los flujos de recursos, los aranceles y las represalias comerciales, lo que sí ha perdido por completo Estados Unidos es el respeto mundial y con ello el liderazgo.
Para temas comerciales hay más simpatía con las políticas de China que con la clara visión proteccionista de Donald Trump.
En temas medioambientales, nadie puede olvidar que la primera acción en la materia del actual gobierno de Washington fue abandonar el Acuerdo de París, que tanto esfuerzo implicó para todo el mundo.
Y en materia militar, la bipolaridad de ser acusado de contubernio con los rusos y al mismo tiempo amenazar a Vladimir Putin con que ahí van los misiles, tiene al planeta en una consternación total.
Lo importante al final son los equilibrios. Que, si de un lado tenemos un poderoso presidente de mecha corta, del otro lado haya alguien con más sensatez para evitar desgracias mundiales.
Así, aunque cambien los polos, al menos que se mantenga una cierta estabilidad global.