Los estados que celebran elecciones este año son un triste espejo del estado de las finanzas locales. También de la corrupción del pacto federal que ha tenido lugar en los años de la democracia, mediante la transferencia de gigantescos recursos federales a los estados sin haber creado un mecanismo de rendición de cuentas. Los congresos … Continued
Los estados que celebran elecciones este año son un triste espejo del estado de las finanzas locales. También de la corrupción del pacto federal que ha tenido lugar en los años de la democracia, mediante la transferencia de gigantescos recursos federales a los estados sin haber creado un mecanismo de rendición de cuentas.
Los congresos locales han sido la instancia de autorización y legitimación del gasto de esos recursos. Han terminado siendo cómplices más que vigilantes de gobernadores con las bolsas llenas que, además, tuvieron autorización de los mismos congresos para endeudar sin misericordia a sus estados.
No hace falta abundar en la historia de corrupción y dispendio a que dio lugar ese mecanismo. El dinero federal suelto en los estados es una de las mayores causas de la corrupción de la República.
Entre el año 2000 y el 2014, los estados y municipios recibieron transferencias federales por unos 355 mil millones de dólares, casi tres veces el monto del Plan Marshall que financió la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué hicieron con esa millonada? Gastarlo, y como garantía para endeudarse más.
Entre 2008 y 2015, las deudas de los estados crecieron en términos reales 102.5 por ciento. Se duplicaron en promedio, pero unos bebieron el doble de la cuota de otros.
Algunos de los estados que elegirán gobierno este año sacaron varias veces la pelota del estadio. La deuda de Zacatecas aumentó 813 por ciento: ocho veces. La de Quintana Roo, 500 por ciento: cinco veces, lo mismo que la de Tamaulipas. La deuda de Chihuahua creció 400 por ciento: cuatro veces. La de Veracruz, 263 por ciento: 2 y media veces.
¿Algo que pueda decirse de esos gobiernos en defensa de su deuda: pujanza económica, buen gobierno, grandes inversiones?
¿En algo mejoraron Zacatecas 8 veces, Quintana Roo y Tamaulipas 5 veces, Chihuahua 4 veces, Veracruz 2.5 veces?
¿O más bien hemos visto en esos estados una era de gasto improductivo, dispendio, opacidad y corrupción?
La temporada de la deuda libre para los estados toca a su fin con la nueva ley que les impide endeudarse sin autorización de Hacienda. A la temporada de mal gobierno solo pueden ponerle fin los ciudadanos con su voto.
(Los datos de esta columna en Juan Pablo García Moreno y Esteban Illades: “Estados, elecciones y deuda”. En Nexos, mayo, 2016: http://www.nexos.com.mx/?p=28276)