Si usted consulta el Diccionario de la Lengua Española encontrará que el vocablo tapado, en su sexta acepción, tiene carácter de sustantivo y la siguiente definición: “En política mexicana especialmente, candidato de un partido a la presidencia, cuyo nombre se mantiene en secreto hasta el momento propicio”. El concepto de llamar “Tapado” a quien se … Continued
Si usted consulta el Diccionario de la Lengua Española encontrará que el vocablo tapado, en su sexta acepción, tiene carácter de sustantivo y la siguiente definición: “En política mexicana especialmente, candidato de un partido a la presidencia, cuyo nombre se mantiene en secreto hasta el momento propicio”.
El concepto de llamar “Tapado” a quien se suponía que gozaba de la preferencia del gran dedo que lo señalaría como candidato lo inventó el caricaturista, dibujante, publicista y gran observador de la vida nacional Abel Quezada (1920-1991) para la sucesión del presidente Adolfo Ruiz Cortines en 1957 a través de una campaña publicitaria de unos cigarros llamados Elegantes. “El tapado fuma Elegantes” era la frase que acompañaba la imagen de un hombre con un humeante cigarrillo en su mano y una capucha blanca que le tapaba la cara, en la que únicamente era visible un par de agujeros detrás de los cuales se adivinaban sus ojos.
El antecedente del concepto lo delineó don Abel en la portada de la Revista de Revistas con fecha 2 de diciembre de 1956: cuatro curiosos políticos rodean a una adivinadora. En sus caras se adivina el ansia por saber algo. En la bola de cristal de la clarividente se ve un rostro de hombre tapado por el capuchón con ojos que después hiciera famoso su creador. El cartón se tituló: “No se destapen”.
Don Abel fundó el “Partido Tapadista” y así, entre broma y veras, intuye la necesidad de disfrazar con una máscara al hombre que será elegido por su antecesor y con eso protegerlo de los políticos futuristas -perdón por el pleonasmo- que desean saber, cuanto antes, su nombre para irse a la cargada y quedar cerca de sus afectos, conectarse a su círculo de amistades y rendirle la seguridad de su más distinguida consideración.
A quien ejercía el poder, al monarca sexenal absoluto, no le vino nada mal la idea de jugar al tapadismo. Soltar, valiéndose de diferentes medios, nombres de posibles herederos de su poder -los tapados-, para con ello confundir y engañar aún al propio elegido y así mantener, lo más posible, la disciplina durante el proceso de sucesión. Aún sabiendo, por experiencia propia, que el día y la hora marcados para hacer saber el nombre del elegido significaban el principio de la cuenta regresiva de su mandato.
En célebre cartón publicado en el periódico Novedades, el 30 de marzo de 1989, Abel Quezada acabó con el tapado. Dibujó una tumba con la conocida imagen de la capucha con ojos y el siguiente texto: “Para existir, el sistema político mexicano necesita parecer democracia, pero sólo parecerlo, si es democracia, desaparece. En el sistema mexicano sólo manda el presidente y el acto supremo de su mandato es nombrar sucesor. Para el votante, el sucesor fue siempre una sorpresa. Viendo esto, le di forma en este espacio, al célebre personaje: El Tapado. Para modernizar el sistema, es preciso que muera el tapado. Haré pues, a favor de ese cambio , la parte que me toca: ¡Aquí muere el tapado y queda enterrado!”.
La resurrección
El hecho de que en la clausura de la XXII Asamblea Nacional del PRI, donde la acarreada militancia y los lisonjeros jerarcas le rindieron a Enrique Peña Nieto un caluroso homenaje con porras y aplausos sinfín que hicieron recordar los viejos buenos tiempos del tricolor, aunado a la supresión de los candados que el inquilino de Los Pinos sugirió quitar, provocó la impresión, entre los enterados, de que el mexiquense tiene el control absoluto de su partido. Y por lo tanto, se dispone a manejar su sucesión. (Aquí yo me permito disentir de los que dicen que “manejará su sucesión” para decir que manejará la nominación del candidato del PRI, hablar de sucesión es un tanto cuanto arriesgado tomando en cuenta las bajas cifras del Revolucionario Institucional en todas las encuestas).
Lo que sí es un hecho es que Peña Nieto se ha propuesto revivir el tapadismo. El cual tal parece que aunque su creador lo haya enterrado, sus usuarios -los presidentes emanados del PRI- no se resignan a dar por muerto, pues al parecer lo tienen arraigado de manera genética.
Fue el senador Emilio Gamboa el instrumento del Ejecutivo para dar a conocer a la opinión pública la existencia de cuatro candidatos. Dijo que el PRI tiene muy buenos gallos para el 2018. A preguntas expresas, señaló que los gallos son los secretarios (cito por orden alfabético) José Antonio Meade, de Hacienda; José Narro de Salud; Aurelio Nuño de Educación y Miguel Ángel Osorio Chong de Gobernación. Al ser interrogado sobre Enrique de la Madrid y Eruviel Ávila, dijo que “están haciendo su esfuerzo”. Acerca de Luis Videgaray, señaló que “él ha dicho que no quiere la presidencia”; y de Manlio Fabio Beltrones expresó: “Cené ayer con él y no hablamos del tema”. ¿Usted le cree?
Así pues, cuatro son los tapados del presidente Peña. ¿Quién será señalado por el gran dedo? Una amiga medio bruja me dijo que el apellido del elegido empieza con N y termina con O. Mi amigo Andrés dice que según como van las cosas “el futuro está en chino”.
Oí por ahí
Bastante enojado se encuentra Donald Trump porque con Harvey en Texas ha incrementado el número de mojados.
