Hay que recordar que mientras el mundo todavía tenía tasas de crecimiento positivas en el 2019, antes de la pandemia de Covid-19, México ya estaba en el terreno negativo
El panorama económico del 2023 se empieza a nublar y anticipa la posibilidad de que en México suceda lo nunca visto: dos recesiones en un mismo sexenio.
Hay que recordar que mientras el mundo todavía tenía tasas de crecimiento positivas en el 2019, antes de la pandemia de Covid-19, México ya estaba en el terreno negativo.
La administración de López Obrador se estrenó con una recesión y cuando las presiones económicas del confinamiento llegaron al país, el gobierno ya se había gastado más de la mitad de los recursos reservados para una contingencia.
La 4T se acabó los guardaditos durante el 2020 sin que se notara algún tipo de ayuda social a los millones de afectados por la crisis económica derivada de la Covid-19.
Este país se apuntó una de las peores bajas del Producto Interno Bruto (PIB) durante el 2020 y una de las más pobres recuperaciones durante el 2021 de todo el mundo.
El crecimiento económico esperado para este año, recién mejorado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a una expansión del PIB de 2.4%, además de ser insuficiente para recuperar los niveles que tenía la economía en el 2018, viene de la mano de una inflación, que por ahora, está arriba de 8% en términos anuales.
El problema es que ese crecimiento meramente inercial se vuelve a frenar para el 2023. El propio FMI revisó su estimación del crecimiento de México para el próximo año de 2.5 a 1.2 por ciento.
Esto implica algo de gas durante la primera parte del siguiente año para caer en el terreno de la contracción hacia la segunda mitad del 2023.
En los escenarios que se empiezan a revisar a la baja sólo se consideran esos factores externos que cada vez son más factibles, derivados del efecto restrictivo de las políticas monetarias en combinación con un escenario de alta inflación, esta larga pandemia y los conflictos geopolíticos.
Específicamente, en cuanto a la política monetaria habrá un evidente efecto externo por las restricciones de la Reserva Federal de Estados Unidos. Pero estará también a prueba durante la parte final de este año y en especial durante el 2023 la autonomía del Banco de México.
Inevitablemente, las tasas de interés altas del banco central empezarán a ser políticamente incómodas para el régimen autocrático de la 4T y comenzarán las presiones desmedidas.
Hay algo más que por ahora no está considerado en los escenarios del desempeño económico de México en los trimestres por venir y tiene que ver con el nivel de cordura que conserve esta administración en su relación comercial con Estados Unidos y Canadá.
Si el discurso nacionalista se sale de la arenga política para no respetar los tratados comerciales, en especial el T-MEC, en materia energética esto podría causar estragos en las relaciones comerciales trilaterales, especialmente con un daño importante a las exportaciones mexicanas.
El escenario para lo que resta de esta administración no pinta, para nada, a cumplir la promesa presidencial de llegar a 6% de crecimiento al año.
Podríamos estar no tan lejos de nuevos trimestres consecutivos con resultados negativos, eso que técnicamente puede denominarse recesión.
Futuro sombrío
Guardaditos
La 4T se acabó los guardaditos durante el 2020 sin que se notara algún tipo de ayuda social a los millones de afectados por la crisis económica derivada de la Covid-19.
Pobre recuperación
Este país se apuntó una de las peores bajas del Producto Interno Bruto (PIB) durante el 2020 y una de las más pobres recuperaciones durante el 2021 de todo el mundo.
Revisión
El FMI revisó su estimación del crecimiento de México para el próximo año de 2.5 a 1.2 por ciento.