La migración en la frontera sur estadounidense se ha convertido en un tema políticamente muy caliente para la administración de Joe Bien, por ello es tema prioritario en la relación bilateral
Si la queja llega desde Estados Unidos, la respuesta del gobierno mexicano suele ser rápida. Sucedió claramente en tiempos de Donald Trump y ocurre, más discretamente, en estos tiempos de Joe Biden.
Hoy, el asunto más visible en la política estadounidense es el tema migratorio. Es ahí donde Trump fincó su carrera presidencial en el 2016 y queda claro que quiere buscar la reelección en el 2024 recargándose en el muro fronterizo con México.
La migración en la frontera sur estadounidense se ha convertido en un tema políticamente muy caliente para la administración de Joe Bien, por ello es tema prioritario en la relación bilateral.
Y México responde. La Guardia Nacional está ahí, en la frontera norte de nuestro país llevando cabo labores de patrullaje para cuidar que no haya cruces hacia Estados Unidos. Algo que le viene bien a demócratas y republicanos.
Pero no es el único. Hay asuntos ambientales que están esperando turno para que se conviertan en reclamos de La Casa Blanca hacia el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Ya tendrán su tiempo.
También se acumulan otros temas espinosos, en el marco de la relación comercial establecida en el acuerdo de comercio de América del Norte, ese que llamamos acá T-MEC. Los que más han llamado la atención son de carácter laboral, pero no son los únicos.
Vaya que causó efecto esa queja interpuesta por Estados Unidos a través de los mecanismos establecidos en materia laboral en el T-MEC referentes a la violación de los derechos sindicales de un grupo de trabajadores de la planta de General Motors en Silao, Guanajuato.
La CTM no tuvo más remedio que argumentar “errores” en el proceso de refrendo del contrato colectivo y lo van a tener que corregir, algo que sin esas reglas establecidas en el acuerdo comercial norteamericano habría sido imposible.
Hay otro asunto que ya generó alerta en Estados Unidos. Hay muchas políticas populistas de gobierno que pueden no ser de la incumbencia de los socios comerciales, pero aquello del Tianguis del Bienestar es otra cosa.
Poner a la venta artículos decomisados a la delincuencia es mucho más que fingir la rifa del avión presidencial. Es pretender regresar al mercado artículos falsificados y robados que las leyes claramente marcan que tendrían que ser destruidos.
No sólo es el T-MEC, el gobierno de López Obrador violaría una larga lista de acuerdos comerciales y pactos internacionales que sin ambigüedades se oponen tajantemente a la piratería, a la falsificación. El hecho de que el mismo gobierno mexicano venda falsificaciones en tianguis sería un escándalo mundial.
Este planteamiento populista no va, no hay manera. El que puede avanzar, porque realmente a Estados Unidos no le importa, es el decreto que viene para regularizar los autos importados de manera ilegal al país.
Seamos claros, si a Washington poco le importa que entren de manera ilegal miles de armas de fuego a este territorio, poco le va a importar que se inunde de autos chatarra. Pero unos tenis o una camiseta con una marca registrada en su país, no hay manera que lo permita.