Como la prueba PISA, esa que en los hechos estaba suspendida en México en su fase de diseño, aunque en el discurso se mantenía vigente
Claramente el gobierno de Andrés Manuel López Obrador prefiere ser la cabeza de ratón antes que la cola del león.
Son tiempos en los que se recibe con pompa y circunstancia al Presidente de Bolivia, a Evo Morales lo recibieron con caricias en las mejillas, mientras que las cumbres mundiales más importantes se usan como decoración de fondo de las conferencias mañaneras.
Luce más exportar la siembra de arbolitos a Centroamérica que atender las preocupaciones energéticas de nuestro principal socio comercial.
El juego del hermano mayor garantiza siempre resultar ganador en cualquier comparación, porque eso garantiza una zona de confort para la 4T.
Cualquier comparación que se haga de México contra países más desarrollados o de condición similar pero que sí hayan hecho bien las cosas, causa una molestia en los altos círculos gubernamentales. Es visto como un ataque de los conservadores y no como una oportunidad de mejorar.
Por eso, no caen nada bien los análisis comparativos que hacen los organismos internacionales que constatan que México no va bien en muchas materias y en la mayoría de los indicadores empeora.
Este gobierno tolera las comparaciones de organismos como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, porque el costo de saltar de esos barcos puede ser devastador para México.
Pero hay otras instituciones que claramente no le caen nada bien al gobierno de López Obrador y una de ellas es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la que ha llamado fracasada en sus políticas neoliberales.
México forma parte de este grupo desde 1994 y desde entonces este país habitualmente aparece en la parte final de prácticamente cualquier tabla comparativa, porque México es uno de los países de menor desarrollo de ese club.
Pero eso, lejos de ser visto como un ataque, tiene que ser valorado como la oportunidad de mejorar en áreas específicas, gracias al análisis profesional de un organismo de gran prestigio.
Como la prueba PISA, esa que en los hechos estaba suspendida en México en su fase de diseño, aunque en el discurso se mantenía vigente.
De las más recientes consideraciones de la OCDE sobre México, lo que puede caer bien en la 4T es el aval al pronóstico de rebote este año de 5% del Producto Interno Bruto.
Entre lo que seguramente habrá de encolerizar al gobierno está esa consideración de que México será uno de los países donde más años habrán de pasar para lograr recuperar el crecimiento económico perdido.
Y peor caerá el señalamiento de la OCDE sobre la necesidad de acelerar la vacunación en México para lograr una mejor recuperación económica. Eso echa por tierra el discurso de que van requetebién con las vacunas, sobre todo cuando se señala a menos de una semana de las elecciones.
Este domingo se definen muchas cosas sobre el futuro de México. Pero si se mantiene un camino de radicalización hacia adelante, una eventual salida de México de la OCDE podría no estar tan lejana entre los planes de la 4T.
Sobre todo, porque este organismo no dejará de señalar las condiciones en las que se encuentran sus socios y la comparación en ese club siempre será con los países más desarrollados y somos la cola del león.