No queda duda de que el enfoque que busca Estados Unidos en un eventual cambio a las leyes energéticas es que haya asociación, respeto a las inversiones y privilegio de las energías limpias
En el argot de los reporteros el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, fue víctima del chacaleo a la salida de su reunión con diputados el jueves pasado. Ahí declaró aquello de: “El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene razón en decir ‘vamos a hacer cambios para lo mejor del pueblo’. Entonces este proceso que existe ahora se tiene que entender las razones de él”.
El embajador Salazar tiene un español fluido, pero no deja de ser una lengua extranjera para él. Y esas palabras fueron más que suficientes para que la vocería oficiosa de la 4T le dedicara titulares como: “Ken Salazar respaldó la reforma eléctrica del presidente López Obrador”, o de plano: “Estados Unidos apoya la reforma eléctrica”.
Otros, con más cuidado periodístico, atendieron la ampliación de la declaración del embajador Salazar que él mismo publicó en la cuenta de Twitter @USAmbMex, ya en inglés y con traducción, “Excelentes reuniones en la Cámara de Diputados sobre la gran diversidad de oportunidades en la relación bilateral #DosNacionesUnFuturo. A pregunta sobre la reforma energética, compartí nuestra decidida visión de una América del Norte como potencia de energía limpia”.
Y sobre todo este post de la tarde del viernes por parte de Ken Salazar, también en inglés y con traducción: “Una de mis prioridades en México es ver por inversionistas y empresas estadounidenses para que exista piso justo y parejo. #EEUU respeta la soberanía de México y confía en que México cumplirá los compromisos adquiridos bajo el #TMEC al considerar cambios al sector energético”.
Nada más lejano de la realidad que un espaldarazo del gobierno demócrata de La Casa Blanca, a través de su embajador, a la contrarreforma energética de López Obrador. De hecho, el gobierno de Estados Unidos se ha encargado de dejar en claro que les provoca “serias preocupaciones”.
Una declaración defectuosa y una deliberada mala interpretación derivaron en el “¡Muy bien Ken! del presidente López Obrador, que intencionalmente usan como si Estados Unidos hubiera dado su respaldo total, incondicional y hasta entusiasta a su aberración legislativa.
Estados Unidos, a través de su embajador, tiene la idea de que todavía es posible encontrar un camino intermedio para mejorar la calidad de las energías y la cooperación norteamericana, en el entendido de que las legislaciones son dinámicas, como sí lo dijo el embajador Salazar.
La porra presidencial parece que ya no se enteró, pero unas horas después de la declaración y el primer tuit, el propio embajador posteó que Estados Unidos y México pueden crear una central de energía limpia en América del Norte y que esta semana va a visitar empresas estadounidenses, grandes proyectos eólicos y solares, para mostrar su asociación con México.
No queda duda de que el enfoque que busca Estados Unidos en un eventual cambio a las leyes energéticas es que haya asociación, respeto a las inversiones y privilegio de las energías limpias.
Quien lea lo contrario en los dichos del diplomático estadounidense se estará equivocando, por incapacidad o por mala fe y estarán entendiendo mal el mensaje. Quizá en esos temas delicados debería hablar en su lengua natal.