A pesar de la lejanía geográfica de esta región en conflicto no es posible actuar en México como si no pudiera tener consecuencias económico-financieras importantes
Si la información de inteligencia que tiene el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, es verdadera, hoy inicia un conflicto bélico que tendría serias consecuencias económicas y financieras para todo el mundo.
Han sido muchas semanas de rumores, versiones encontradas, que hasta este punto es imposible saber si todo deriva en una guerra o en la posibilidad de que el gobierno de Vladimir Putin pueda sacar alguna ventaja, como frenar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte y finalmente no se establezca en su frontera con Ucrania.
Lo cierto es que el mundo financiero reacciona con temores y dejan sentir la presión de esas precauciones en cotizaciones como la de los diferentes referentes petroleros.
En ese mundo de la incertidumbre, el precio del West Texas Intermediate alcanzó 95 dólares la noche del lunes cuando la información más reciente en ese momento era el inminente ataque supuestamente programado para hoy.
Pero unas pocas horas después, cuando la información apuntaba a un aparente retiro de tropas rusas de la frontera con Ucrania, el precio bajaba a 91 dólares por cada barril de ese referente texano del petróleo.
A pesar de la lejanía geográfica de esta región en conflicto no es posible actuar en México como si no pudiera tener consecuencias económico-financieras importantes.
Simplemente, el precio del petróleo implica complicaciones importantes para un país que es dependiente de los productos procesados de petróleo y de energéticos como el gas natural.
El discurso oficial habla de frenar las importaciones de gasolinas para detener la dependencia de estos combustibles importados, pero realmente ese no es el problema. Quien más depende de la importación de combustibles fósiles para funcionar es la Comisión Federal de Electricidad.
Y si atendemos a la contrarreforma energética propuesta, lo que privilegia es aumentar la dependencia de este tipo de energías fósiles, en lugar de privilegiar fuentes renovables e inagotables como el sol o el viento, y cuya operación no tenga que depender de subsidios de las finanzas públicas.
Si estalla la guerra en Ucrania, hoy o cualquier otro día, una de las primeras consecuencias será la falta de suministro de energéticos suficientes para Europa, lo que podría provocar un aumento en los precios del crudo a niveles en torno a 150 dólares por barril.
Hay que olvidarnos que este sea un asunto prioritario para quien ocupa la jefatura del Estado mexicano. Pero, alguien desde las instancias gubernamentales debería mandar la señal de que al menos están al tanto de esta situación.
Si hay guerra en Ucrania, México volverá a quedar en medio de un conflicto global sin tener ningún tipo de preparación o precaución, tal como sucedió con la pandemia.
Cuando la mayor parte de las economías crecían y se enfrentaron a las consecuencias económicas del confinamiento inicial por el Covid-19, México ya estaba en recesión y con un ambiente de repulsión a las inversiones.
En plena crisis el gobierno mexicano hizo exactamente lo contrario a lo que el resto de las economías del mundo y dejó en el desamparo a su gente y a sus empresas.
Así que, si hay guerra, es muy difícil anticipar alguna reacción apropiada de estas autoridades.