La radicalización en las políticas de gobierno emprendida para esta parte del mandato también es un giro con respecto a la primera mitad
Se cumplen hoy tres años de un sexenio al que le quedan menos de tres años en el poder, si nos atenemos a lo que dice la Constitución.
Pero esa es una de las contradicciones menos graves de la administración de Andrés Manuel López Obrador. Es claramente un gobierno que no ha dado los resultados anhelados por aquellos que creyeron en ese poder de cambio de la autocalificada como Cuarta Transformación.
Es un Presidente muy popular, menos que Carlos Salinas de Gortari a estas alturas del sexenio de acuerdo con lo que publicó Consulta Mitofsky en nuestras páginas, pero con la misma popularidad con la que inició su administración y eso rara vez sucede.
Decía Donald Trump, en su mejor momento de popularidad, que era capaz de matar a alguien en la 5ta Avenida de Manhattan y no le pasaría nada. Sí, ha sido capaz de mantenerse impune tras el asalto al Capitolio de enero pasado, pero no logró la reelección.
López Obrador lograría un éxito rotundo en la consulta de ratificación del mandato, esa disfrazada por sus legisladores como de revocación. Pero es contradictorio que lo ovacionan los ciudadanos de un país más empobrecido, con menos crecimiento, con más violencia, con más inflación, con menos libertades y, además, militarizado.
Pero la propaganda de excelencia que ejerce la 4T es exitosa como ninguna, quizá otra vez comparable con la que ejercía Carlos Salinas.
La discusión del balance del año tres se centra en el uso o no del cubrebocas en la masiva concentración del Zócalo de hoy.
La conexión que tiene el Presidente con su clientela política, esa que ahí está también reflejada en el trabajo de Consulta Mitofsky, marca los claroscuros entre la alabanza de los campesinos contra el rechazo muy marcado de los empresarios.
Hay otros estudios que se atreven a meterse en la evaluación de los resultados de gobierno, dejando de lado el carisma de su líder y ahí se ve que no son tantos los que están contentos con dos años y medio de recesión de los tres de este gobierno y muchos menos los que se sienten alegres de que en México se hayan roto los máximos históricos de violencia.
Lo que queda claro en este punto de la 4T es que la gráfica más marcada en México es la de la polarización, esa que se alimenta cada mañana y en cada oportunidad. La división social que se ha procurado persistentemente sólo puede dejar réditos de facción, no de nación.
La radicalización en las políticas de gobierno emprendida para esta parte del mandato también es un giro con respecto a la primera mitad.
La contrarreforma energética busca el tránsito por el Congreso, lo cual va en línea con las mejores prácticas democráticas, siempre y cuando no se extorsione a un grupo de opositores para que se inclinen a favor de ese retroceso.
Pero el decreto de vía libre que recién publicó el Presidente, ese que mejor ya identificamos como el decretazo, eso es otra cosa. Uno que requiere de todos los reflectores de quien crea en la democracia para apuntar a un giro autocrático de gran riesgo en esta mitad de mandato, que no es la mitad, pero sí son tres años.
La popularidad cuenta
AMLO
Es un presidente muy popular, menos que Carlos Salinas de Gortari a estas alturas del sexenio de acuerdo con lo que publicó Consulta Mitofsky.
Trump
Decía Donald Trump, en su mejor momento de popularidad, que era capaz de matar a alguien en la 5ta Avenida de Manhattan y no le pasaría nada.
Concentración
La discusión del balance del año tres se centra en el uso o no del cubrebocas en la masiva concentración del Zócalo de hoy.