En junio pasado el precio promedio de la gasolina regular en Estados Unidos alcanzó el techo de 5 dólares por galón, unos 25 pesos por litro
Ese grupo llamado la OPEP+, que básicamente lidera Arabia Saudita desde dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, más el agregado de Rusia, tomó una decisión que tuvo una lectura más política que económica.
Y es que este grupo decidió recortar su producción de petróleo en 2 millones de barriles diarios lo que, en un primer momento, frenó la bajada en los precios de los hidrocarburos que habían subido drásticamente tras la invasión de las tropas de Vladimir Putin a Ucrania.
De Rusia era predecible una medida así para mantener su ataque energético a Occidente, pero lo que sorprendió al gobierno de Estados Unidos fue que Arabia Saudita se aliara de una forma soterrada a los intereses de Moscú.
El presidente Joe Biden dijo que esa acción saudita no iba a pasar sin consecuencias, pero en lo que se tejen las represalias en contra de la nación árabe, la preocupación política de La Casa Blanca fue la interrupción del proceso de baja en los precios de las gasolinas, sobre todo por la cercanía de las elecciones de noviembre.
Una parte de la “medicina” para controlar el mercado energético es cortesía de la Reserva Federal de Estados Unidos. La política monetaria restrictiva, que jura que no se tocará el corazón para bajar la inflación, ha provocado una baja en las expectativas de crecimiento de Estados Unidos y del mundo occidental.
China está en un camino similar de baja en su actividad económica y con ella de la demanda de combustibles.
Todo el caos en los precios de los energéticos derivó de la invasión rusa a Ucrania. El impacto inicial en los futuros del referente petrolero de Estados Unidos, el West Texas Intermediate (WTI), llevó cada barril a 120 dólares a finales de mayo pasado.
Cuando el mercado normalizó el escenario de guerra, el precio se ubicó en 77 dólares por barril, en septiembre pasado.
La confabulación ruso-árabe, vía la OPEP, regresó los precios a 93 dólares el 6 de octubre, día que anunciaron su pacto. Pero ayer, la realidad económica global en este camino descendente llevó al WTI a 82 dólares por barril.
Esa montaña rusa de los precios es muy similar en el mercado de las gasolinas, que es básicamente el que hoy les importa tanto a los demócratas a tres semanas de las elecciones intermedias.
En junio pasado el precio promedio de la gasolina regular en Estados Unidos alcanzó el techo de 5 dólares por galón, unos 25 pesos por litro.
Hoy el promedio está en 3.80 dólares por galón, unos 19 pesos por litro.
El tema es que prácticamente toda la década pasada los precios promedio de las gasolinas no alcanzaban 3 dólares por galón y eso queda tatuado en la memoria de cualquier votante.
Y como hablamos de elecciones en puerta, el presidente Biden está a punto de liberar esta semana 14 millones de barriles de petróleo de la reserva estratégica de Estados Unidos para influir más en la baja de los precios de las gasolinas.
Algo, lo que sea que pueda influir y que se pueda notar entre los estadounidenses que el 8 de noviembre debe ir a las casillas electorales.
En junio pasado el precio promedio de la gasolina regular en Estados Unidos alcanzó el techo de 5 dólares por galón, unos 25 pesos por litro.