Pero el mejor argumento es ver cómo el acceso a la tecnología de la movilidad de datos ha tenido una permeabilidad social evidente
Qué suerte tuvo la reforma en telecomunicaciones del sexenio pasado de quedar fuera de las fauces dogmáticas del régimen actual.
Lo primero que desvirtuó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador fue la posibilidad de la negociación política. Un régimen con tendencias autocráticas evidentemente que no gusta de iniciativas como el Pacto por México que impulsó el gobierno de Enrique Peña Nieto para negociar con las fuerzas opositoras y que le permitió al menos una decena de reformas de gran calado.
Algunas sobrevivieron, como la de telecomunicaciones y la laboral, y otras fueron destrozadas tan pronto como inició el régimen de López Obrador, como la educativa o la energética. Se cruzaron en la mira dogmática del actual Presidente.
Pero a la reforma de “Telecom” la ignoraron y la dejaron ser. De acuerdo con un análisis de The Competitive Intelligence Unit (CIU) uno de los beneficios más tangibles ha sido la deflación de los precios de los servicios de telecomunicaciones en México.
Tal como lo publicó en las páginas de nuestro diario El Economista nuestro compañero Ernesto Piedras, en una década de vigencia de esta reforma, desde su promulgación en junio del 2013 y hasta mayo de este año, los precios de la canasta de servicios de telecomunicaciones en México han descendido en 30.8% en términos nominales y 55.9% en términos reales.
Telefonía y datos móviles, acceso doméstico a Internet y TV de paga, son algunos de los servicios más populares y que mayores bajas han tenido en sus precios durante la última década.
CIU muestra gráficas de la evolución de los precios de los servicios de telecomunicaciones en su comparación mundial y destaca que México se ubica entre los seis países con mayor caída de los precios dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Pero el mejor argumento es ver cómo el acceso a la tecnología de la movilidad de datos ha tenido una permeabilidad social evidente.
Por supuesto que la evolución tecnológica juega un papel básico en el acceso más económico a las telecomunicaciones, vivimos la década de la consolidación de lo digital sobre lo análogo. Pero la reforma del 2013 puso las bases para que este mercado fuera atractivo para las inversiones, tanto de los nuevos competidores como de los existentes.
Desde la estructura gubernamental, la creación del Instituto Federal de Telecomunicaciones, como un regulador autónomo y especializado, dotó de certeza a un sector que necesitaba hablar con pares, tanto en la autoridad ejecutiva como judicial.
También han ayudado la apertura a nuevos competidores, con la regulación a los operadores dominantes, la digitalización de las señales y la apertura a la inversión extranjera. De la mano con el libre comercio que permite un mayor acceso a dispositivos, móviles y fijos, para vincularse con esa oferta de las empresas de telecomunicaciones.
En esta década de afortunada apertura del sector de las telecom hay una responsabilidad compartida a partes iguales entre los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador y es brindar cobertura y acceso a los datos a las poblaciones en las que el mercado no va a llegar por falta de rentabilidad. Ese tendría que ser el siguiente buen corte de caja.