No hay mucho margen para defender esa postura nacional-populista que hizo el Presidente en contra de sus principales socios comerciales
La verdadera solución de controversias por la flagrante violación de México a los capítulos 2, 14 y 22 del acuerdo comercial firmado con Estados Unidos y Canadá (TMEC) debería darse al interior del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ayer 23 de agosto, iniciaron las reuniones entre México y Estados Unidos, que son el paso previo a la implementación de un panel de solución de controversias que puede derivar en la aplicación de cuotas compensatorias a productos mexicanos del tamaño del daño que consideren los socios afectados.
Estas conversaciones previas tienen la intención de encontrar una solución que evite llegar a ese siguiente paso de demostrar, en un panel, las violaciones de México al acuerdo y que ello resulte en la imposición de sanciones comerciales.
Estados Unidos al igual que Canadá, que también se sumó a esta queja de incumplimiento, seguirán el camino institucional que México decidió aceptar al firmar el TMEC, con los mecanismos de solución de controversias ahí planteados, con los tiempos y procedimientos marcados.
Por la violación de los capítulos: 2, sobre el trato nacional y acceso a los mercados; 14, sobre el trato no discriminatorio ni menos favorable a las empresas y capitales de los socios; y el 22, sobre el trato no discriminatorio frente a las empresas del Estado.
Aquel improvisado cambio que hizo Jesús Seade, negociador del entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador, al capítulo 8 y ese agregado de la soberanía de México en materia de hidrocarburos y el derecho a modificar la Constitución no son más que una perogrullada, que no anula la obligación del gobierno mexicano de cumplir con el TMEC y que, además, no aplica, porque no se ha modificado la Constitución.
No hay mucho margen para defender esa postura nacional-populista que hizo el Presidente en contra de sus principales socios comerciales.
La verdadera disputa está al interior del gobierno de Andrés Manuel López Obrador entre los que sostienen esa anacrónica bandera del nacionalismo, los monopolios y los hidrocarburos como base del desarrollo y los que tienen el encargo de administrar el México del libre comercio, los acuerdos y los tratados comerciales.
Vamos, de un lado está la secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien alimenta ese discurso populista de la soberanía energética y del otro está Tatiana Clouthier, quien en el organigrama de la Secretaría de Economía que encabeza tiene la función administrar los acuerdos como el TMEC.
No van a necesitar de los 75 días, que sí tendrán las delegaciones de Estados Unidos y Canadá de negociaciones previo a establecer paneles de solución de controversias, aquí basta que Clouthier tenga claro que esa posición anacrónica que representa Nahle es la postura del presidente López Obrador.
Por alguna razón desconocida Tatiana Clouthier se mantiene en el gabinete de este régimen cuando está claro que su visión es distante en muchos temas a los populistas que tienen el control.
La verdadera pregunta es si habrá alguna decisión pragmática de la 4T para evitar las sanciones que seguramente resultarán del panel del TMEC o si, incluso, López Obrador podría llegar al extremo de la radicalización que ha emprendido y decide romper comercialmente con los socios de América del Norte.
Ayer iniciaron las reuniones entre México y Estados Unidos, el paso previo a la implementación de un panel de solución de controversias.