De vez en cuando deberían voltear a ver esa imagen y recordar por qué en México hace falta una voz fuerte que represente con firmeza a miles de empresarios, sobre todo los de menor tamaño
El poder de este régimen ha diluido muchas instituciones que solían tener voz propia.
Con la facultad que le da el poder, el presidente Andrés Manuel López Obrador acabó, por ejemplo, con la necesaria autonomía de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, con los órganos de control independientes del sector energético, y muchos más.
Vamos, liquidó la autonomía constitucional de muchos estados de la República y tiene a su servicio a una mayoría simple del Poder Legislativo. Del Poder Judicial están las evidencias para juzgar su pérdida de independencia, o no.
Hay otras voces que se han perdido en el miedo o el exceso de precaución. Una de ellas es la que se conocía como la cúpula empresarial.
El Consejo Coordinador Empresarial se ha degradado desde su creación como voz opositora al populismo de los años 70 del siglo pasado a ser un coro de acompañamiento, presente incluso en la marcha de López Obrador y Morena donde dio el banderazo de salida a la embestida antidemocrática actual.
La supervivencia debería tener el límite en la dignidad y ciertamente al CCE, de la mano del Consejo Mexicano de Negocios, lo sobrepasaron el domingo 27 de noviembre en el Zócalo de la Ciudad de México con su presencia y sus aplausos en ese acto partidista.
Durante muchas décadas se había dado una coexistencia tolerada entre dos polos de la representación empresarial. De un lado, el CCE con todos sus organismos asociados y la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), que si bien pertenece al CCE es el menos igual de los iguales.
Más allá de ser un sindicato patronal siempre de libre afiliación, han mantenido una posición de mayor independencia del poder presidencial. Incluso en aquellos años en que surtieron desde sus filas a funcionarios públicos del calibre de un Carlos Abascal Carranza, secretario de Gobernación con Vicente Fox.
Hoy queda más que marcada la diferencia entre estas representaciones empresariales con la intentona del régimen de hacerse del control electoral con todo y el destino de los resultados de las urnas.
Mientras que el CCE aplaudía el mensaje partidista de López Obrador en su marcha del Zócalo, la Coparmex mantiene la bandera del #YOdefiendoAlINE.
El presidente del sindicato patronal, José Medina Mora, se va a quedar un año más, el tercero, al frente de este organismo. Y seguro que si lo dejaron ahí por voto unánime fue para no sumarse a la voz de resignación de otros representantes empresariales que creen que en la sumisión está la supervivencia.
Ahí está en el salón de presidentes del Consejo Coordinador Empresarial la foto de Don Juan Sánchez Navarro, quien junto con otros empresarios no dudó en hacer escuchar la voz del sector privado en los peores días del populismo de Luis Echeverría.
De vez en cuando deberían voltear a ver esa imagen y recordar por qué en México hace falta una voz fuerte que represente con firmeza a miles de empresarios, sobre todo los de menor tamaño.
Porque, es un hecho, los empresarios más poderosos del país hablan por sí solos y tienen experiencia en eso de ver pasar los sexenios.
Juan Sánchez Navarro, junto con otros empresarios, no dudó en hacer escuchar la voz del sector privado en los peores días del populismo de Luis Echeverría.