Claro que el Presidente del PAN ayuda mucho a la causa de la candidata oficialista, pero no alcanza para garantizar el triunfo esperado
¿Qué habría pasado en los mercados financieros el viernes pasado si alguien se hubiera tomado en serio esos dichos matutinos de enviar un paquete de iniciativas para hacer cambios constitucionales en materia del Poder Judicial, una Reforma Electoral y el sistema de pensiones a siete meses de terminar el sexenio?
El tipo de cambio regresó a niveles inferiores a los 17 pesos por dólar y las bolsas de valores de nuestro país andaban muy animadas con las ganancias.
Sucedió lo mismo que cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador hace balances económicos en su conferencia de Palacio Nacional, nada.
Y no porque haya perdido su poder descomunal y porque nadie dude de su actitud autoritaria, sino porque ya ha quedado muy claro, desde hace mucho tiempo, que la mañanera es un espacio de propaganda para su clientela política y ahora es el epicentro de la propaganda electoral oficial.
Es también el lugar, y hay que decirlo, donde muchos mordemos el anzuelo y hacemos de sus dichos los temas de la agenda mediática.
No por ello se elimina la preocupación de que con tan sólo 30 semanas de gobierno por delante, López Obrador se proponga enviar en febrero una batería de cambios constitucionales como si no le importara que su sexenio, su tiempo de mandato legal está por terminar. Parecería que se preparara para seguir en el poder.
Para cuando su corcholata pueda hacer propuestas en la campaña electoral, lo único que podrá hacer es avalar todo lo que ahora el Presidente plantea como el plan de gobierno de su candidata, una lista de tareas pendientes que sólo está llamada a administrar en caso de lograr el triunfo electoral.
Y no será de otra manera, cuando López Obrador propone cambios constitucionales y define el camino a seguir en los próximos años, es porque sabe que él define el programa de gobierno de su corcholata.
Es evidente que cuando empiezan a brotar casos graves de corrupción en su gobierno, como los presuntos negocios de sus hijos o los moches a la campaña con los recursos de la liquidación de los trabajadores de Notimex, hay que redoblar la apuesta.
Claro que el Presidente del PAN ayuda mucho a la causa de la candidata oficialista, pero no alcanza para garantizar el triunfo esperado.
Pero el Presidente hace algo más que un control de daños o cubrir el déficit de carisma de la campaña del oficialismo, realmente busca que a partir del 1 de octubre de este año administren su programa de gobierno, nada más.
Es un hecho que, en todas sus iniciativas, como ha sucedido en las anteriores, buscará hacerse del mayor control posible. La diferencia es que a sus seguidores poco les puede importar el futuro del Poder Judicial, pero cuando se den cuenta que lo que está en riesgo son sus propios recursos para el retiro, podrían ponerle atención a la barbaridad que se pretende.
No es difícil que muchos trabajadores, aunque amen al Presidente, noten rápidamente que dejar que la 4T administre sus pensiones puede provocar que lo pierdan todo y esto parece que estará incluido en el plan de gobierno de AMLO para el 2024-2030.