Está claro que la Reserva Federal de Estados Unidos tiene hoy como prioridad básica hacer lo que sea necesario para que la inflación de su país regrese al nivel tolerado de 2% de su índice general de precios
Está claro que la Reserva Federal de Estados Unidos tiene hoy como prioridad básica hacer lo que sea necesario para que la inflación de su país regrese al nivel tolerado de 2% de su índice general de precios.
Un solo dato de los precios por debajo de las estimaciones del mercado, como aquel 8.5% anualizado de julio pasado, no es suficiente para que los banqueros centrales se relajen y, por el contrario, anticipan medidas dolorosas, porque siempre el dinero caro será mala idea para el mantenimiento de los negocios rentables en la economía de carne y hueso.
Los mercados esperaron hasta el último minuto para reaccionar a las palabras del presidente de la Fed, Jerome Powell, no tanto porque realmente creyeran que se encontrarían con un banquero central convencido de que la burbuja inflacionaria ya se acabó y que todo puede ir regresando a la normalidad de una tasa de interés interbancaria baja y estable.
El viernes vimos cómo los mercados caían de forma drástica, hasta dramática, a la par de las palabras de Powell en aquel esperado discurso de Jackson Hole, Wyoming. Pero fue por ese juego de los mercados financieros de aguantar y correr al refugio hasta el último minuto.
Ya había suficientes señales previas del humor de los integrantes del Comité de Mercado Abierto de la Fed respecto al camino a seguir. Pero, sin duda, la clave de esa ruta estricta la dio el propio Powell cuando habló de cuidar esas expectativas de largo plazo de la inflación de Estados Unidos que todavía se mantienen ancladas en torno a la meta del 2 por ciento.