En fin, no pinta nada mal el panorama inflacionario de Estados Unidos, porque también la economía no muestra signos de una desaceleración hasta el terreno negativo, al menos no en lo que resta de este 2023
Escribió Mario Benedetti que un pesimista es sólo un optimista bien informado y más le vale a los bancos centrales que hoy estén llenos de ese tipo de tomadores de decisiones que no se compren tan rápido la idea de que ya vencieron a la inflación.
Ayer hubo fiesta en los mercados por el dato inflacionario de Estados Unidos de octubre pasado. La inflación general interanual se ubicó en 3.2%, después de que en septiembre el Índice de Precios al Consumidor se había ubicado en 3.7 por ciento.
Aquel dato de septiembre mostraba una interrupción del proceso de desinflación en la economía estadounidense y el resultado de octubre no sólo mostró un regreso a esa baja, sino que fue inferior a lo que esperaba el mercado.
De la mano, la inflación subyacente también quedó por debajo de las expectativas del mercado, en una tasa interanual de 4 por ciento. Dentro de ese corazón de la inflación, los servicios tuvieron un crecimiento en sus precios durante octubre de 0.3% y una tasa anualizada de 5.5 por ciento. A pesar de superar el nivel de la inflación subyacente, fue su nivel anualizado más bajo en tres meses.
En fin, no pinta nada mal el panorama inflacionario de Estados Unidos, porque también la economía no muestra signos de una desaceleración hasta el terreno negativo, al menos no en lo que resta de este 2023.
De paso, la inflación en México muestra también signos positivos, aunque hay que ver con lupa el comportamiento de los precios y tarifas del sector público en tiempos electorales. Pero, como sea, la inflación subyacente en México mantiene una tendencia de desinflación.
Sin embargo, no es posible pensar que la euforia que vimos en los mercados financieros ayer, con bajas sensibles en los rendimientos de los bonos del Tesoro a dos y 10 años, y de paso con una apreciación del peso frente al dólar, sea el motor que mueva a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) a cantar victoria en este ya largo episodio de lucha contra la alta inflación.
Todo apunta a que el Comité de Mercado Abierto de la Fed habría llegado ya a una tasa terminal interbancaria en ese rango entre 5.25 y 5.50%, pero anunciarlo requiere habilidad y mucha prudencia.
Este es un río revuelto en donde las autoridades monetarias deben cerrar cualquier avenida de especulación que afecte las expectativas y con ello a toda la economía.
Los precios de los energéticos, petróleo y gasolina, que son componentes básicos de la inflación más volátil, muestran un comportamiento estable en lo que va de este mes de noviembre, los precios de otros commodities también mantienen estabilidad, por ahí pinta bien la inflación de este mes.
Pero el secreto está en que en el proceso de formación de precios todos los agentes económicos crean que la inflación va a la baja y que se note, por ejemplo, en los precios de los servicios.
Así que con precisión de cirujanos y con su mejor poker face los banqueros centrales, no sólo de Estados Unidos también los mexicanos, deben mandar señales de agrado por la baja inflacionaria pero todavía de insatisfacción con los niveles que mantienen los índices de precios.