Al menos la autoridad debe empezar por lo descarado y de impacto tan profundo en la sociedad como el precio de la tortilla
Cuando hablamos de la alta inflación lo primero que hacemos es voltear a ver al Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed) y a la Junta de Gobierno del Banco de México para ver que es lo que ellos van a hacer para sacarnos a todos de ese problema.
Porque pensamos que tienen que ser las decisiones de política monetaria las que deben aliviar la tensión de las presiones inflacionarias.
Cuando hay una decisión de política monetaria de la Fed, como la de el miércoles, la seguimos en tiempo real y vemos cómo las palabras de Jerome Powell, su presidente, son como limón a los tlaconetes del mercado que viven de la especulación del futuro de las tasas de interés.
En México, estamos atentos a ver si el Banco de México conserva el máximo valor que ha tenido durante más de 25 años: su autonomía en estos momentos en que la 4T busca apabullar a todas las instituciones del país.
Y si nos dicen en las mañanas que la inflación es culpa del mundo, pues no vamos a voltear a ver a los representantes de uno de tantos sectores industriales que en aparente inocencia salen a los medios a anunciar que van a tener que subir el precio de sus productos porque “les están dando hasta por debajo de la lengua”.
Como todos somos víctimas del incremento de los precios, vemos hasta con simpatía el llamado de auxilio del presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Producción de Masa y Tortillas, Rubén Montalvo, quien adelanta que a partir de febrero el precio de este alimento básico va a subir a 24 pesos por kilo.
Y sus argumentos son los nuestros, suben los insumos, sube el gas LP, no salen los costos, en fin.
Sólo que, lo que hace este representante industrial es un delito y se llama colusión de precios.
Los medios de comunicación compran con mucha facilidad estas historias porque se trata del alimento emblema de la dieta nacional. Es fácil vender a sus audiencias y lectores estas noticias con encabezados como: Adiós taquitos, ¡Con los tacos no!, La tortilla un lujo, en fin. Pero al final acaban por convertirse en el tonto útil ante un propósito de coordinar entre productores independientes un incremento de precio que tiene porcentaje y fecha definidos de una forma irregular. El mensaje transmitido es: a partir de febrero, 24 pesos por kilo y seguirán los aumentos el resto del año.
La competencia efectiva en México es todo un reto y hay muchos casos de colusión bien documentados, desde taxistas hasta servicios financieros, medicamentos, pollo, gas, bebidas y muchos, muchos más.
Al menos la autoridad debe empezar por lo descarado y de impacto tan profundo en la sociedad como el precio de la tortilla.
Claro, no son tiempos en que la libre competencia tenga buena estrella y ahí está la contrarreforma energética como ejemplo, pero, como dice un encabezado: ¡Con las tortillas no!
Sí debería llamar la atención de las autoridades de competencia y de defensa del consumidor el hecho de que se use abiertamente a los medios de comunicación para coordinar un alza a partir del martes en el precio de la tortilla.