No es para nadie un secreto que uno de los principales beneficios del Horario de Verano era mantener la coordinación con nuestro principal socio comercial, con todo lo que comparten los dos países
Ayer retrasamos los relojes por última vez y ya no volveremos a adelantarlos a principios de abril para aprovechar las tardes con más luminosidad. No por ahora.
Pudimos haber convivido perfectamente con un horario de invierno y un horario de verano, pero una vendetta personal del presidente Andrés Manuel López Obrador terminó con este ajuste que tenía más beneficios que perjuicios.
Ya no está a discusión el tema, no en estos tiempos que vivimos. Podría inscribirse en la larga lista de decisiones de este régimen que en un futuro se tendrían que corregir. Para eso falta mucho.
Parece un cambio insignificante, algo que no tiene importancia ante el tamaño de problemas que tiene el país en otras materias como la económica, la política o la seguridad pública, pero es una síntesis de un modelo de conducción del país que se concentra en las decisiones no informadas, más emocionales, de una sola persona.
Va a haber un beneficiado económico por la cancelación del Horario de Verano. La Comisión Federal de Electricidad de Manuel Bartlett va a aumentar su facturación, porque es un hecho que había ahorros de energía eléctrica.
Este lunes seguro será todo un tema presidencial hacer notar las molestias que se sienten por el regreso a lo que ellos llaman el “horario de Dios”. Tras enumerar lo difícil que será este inicio de semana vendrá la letanía de cómo derrotaron a los conservadores.
Si no hay mucho tema para rellenar esos tiempos de propaganda, podría venir el recordatorio del argumento favorito de este régimen que se trataba de una imposición del neoliberalismo y de las bolsas del valores.
Y como tiene de moda al expresidente Ernesto Zedillo, quien como pocos puso en su lugar a este régimen, seguro que vendrá algún recordatorio de haber sido el autor de este ajuste bianual.
Si hoy ya no existe el Horario de Verano es porque el presidente López Obrador ajustó cuentas de un viejo tema que, desde principios de siglo, le redituó políticamente cuando era jefe de Gobierno del Distrito Federal.
En ese entonces intentó conseguir un triunfo político con su pretendida cancelación. Solo que esa partida la perdió ante el presidente Vicente Fox. Ayer, con todo el poder político que hoy tiene, logró consumar su venganza política. No hubo otra razón.
No es para nadie un secreto que uno de los principales beneficios del Horario de Verano era mantener la coordinación con nuestro principal socio comercial, con todo lo que comparten los dos países.
De hecho, si el gobierno de López Obrador aceptó desplegar a la Guardia Nacional en la frontera norte de México fue para hacer el trabajo migratorio que le correspondería a Estados Unidos, y lo hizo por la misma razón de mantener una buena relación comercial con nuestro principal socio comercial.
Por ahora pues, veremos los efectos negativos de esta decisión caprichosa el siguiente verano, mientras tanto no hay más que hacer.
En un futuro podría ser que no regrese el Horario de Verano, pero quizá habrá que seguir el camino norteamericano de eventualmente cancelar el Horario de Invierno.
Está probado que hay más ahorros con el horario que acabamos de dejar.
Será en otros tiempos y en diferentes circunstancias.
La CFE de Manuel Bartlett va a aumentar su facturación, porque es un hecho que había ahorros de energía eléctrica.