La verdadera ventaja de que Raquel Buenrostro sea la negociadora mexicana es que ella sí puede hablarle con claridad al Presidente y explicarle hacia dónde está llevando al país en este tema
El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador presume de haber mandado al frente de la negociación comercial con Estados Unidos y Canadá a una funcionaria con fama de ser muy dura con sus interlocutores.
Seguro que la motivación presidencial es su récord de haberse impuesto, primero sobre las instituciones gubernamentales al momento de recortarles recursos presupuestales y después sobre los contribuyentes al momento de cobrarles los impuestos.
Pero hoy, la muy dura secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, tendrá enfrente a otra mujer con la misma fama de estricta negociadora, pero con algo más. Katherine Tai, la representante de comercio de Estados Unidos (USTR, por su sigla en inglés), es una experta en comercio, con muchos años de experiencia en esa áreas y que tiene todo un equipo de especialistas.
Más allá de las comparaciones curriculares, la titular del USTR tiene el sartén por el mango. Es la parte demandante, es la parte que puede convocar a un panel de solución de controversias en cualquier momento y, sobre todo, tiene de su lado el texto de un acuerdo comercial firmado por México y que hoy es flagrantemente violado por el gobierno de López Obrador.
La verdadera ventaja de que Raquel Buenrostro sea la negociadora mexicana es que ella sí puede hablarle con claridad al Presidente y explicarle hacia dónde está llevando al país en este tema.
López Obrador, acostumbrado a dar órdenes, sepa o no sepa del tema, dejó claro que la delegación mexicana tiene que hacer entender a sus socios, Estados Unidos y Canadá, que “México ya cambió”, que “ya no es como era antes”, que “se acabó la corrupción”. En fin, la larga lista de lugares comunes de la propaganda oficial que no justifican violar lo que el propio régimen de López Obrador negoció y avaló en el T-MEC.
Pero ya en la mesa de negociación lo que la 4T intenta hacer es negociar con cada empresa estadounidense y canadiense que se ha quejado del trato desigual e ilegal el darles alguna compensación, que ganen algo más, para que desistan de sus denuncias.
La misión de Buenrostro es que Estados Unidos y Canadá “entiendan” cómo es el México de la 4T, a cambio de compensaciones individuales a los quejosos.
Lo que Katherine Tai defiende no es esa gracia a determinadas compañías, sino la aplicación de la ley a secas, esa que México aceptó en el T-MEC.
Una de las tarjetas que podrá tener Tai en sus manos antes de encuentro con Buenrostro contendrá la manera cómo el gobierno de López Obrador le acaba de cancelar un contrato a la española Iberdrola de una planta de energía eólica que tiene en Guanajuato. El pretexto es lo de menos, todos saben que es una vendetta personal del Presidente en contra de esa empresa española.
No, los gobiernos de México y Estados Unidos no están hablando de lo mismo en esta disputa que sigue en fase de pláticas de conciliación. Sobornar, o compensar, a las empresas afectadas no va a hacer cambiar a Estados Unidos su visión de hacer las cosas by-the-book.
Y si la apuesta es a ver de qué cuero salen más correas entre Buenrostro y Tai, más vale que lo piensen dos veces.
La misión de Buenrostro es que Estados Unidos y Canadá “entiendan” cómo es el México de la 4T, a cambio de compensaciones individuales a los quejosos.