Abrazado por el priismo mexiquense, en el cierre de su precampaña hace un mes, José Antonio Meade Kuribreña aseguró que ganará las elecciones del próximo 1 de julio con la misma fórmula que Alfredo del Mazo derrotó a Morena y al frente PAN-PRD, el año pasado. El voto de las amas de casa es el … Continued
Abrazado por el priismo mexiquense, en el cierre de su precampaña hace un mes, José Antonio Meade Kuribreña aseguró que ganará las elecciones del próximo 1 de julio con la misma fórmula que Alfredo del Mazo derrotó a Morena y al frente PAN-PRD, el año pasado.
El voto de las amas de casa es el ingrediente central de esa receta exitosa. No fue casualidad, por lo mismo, la propuesta de implantar un “salario rosa” en el Estado de México. Hace dos semanas, Del Mazo cumplió con su oferta de campaña y arrancó la entrega de las tarjetas a las primeras 3,000 afiliadas —mujeres de 18 a 59 años que viven en condiciones de pobreza— de la región poniente de la entidad, justo donde Morena denunció el fraude electoral.
En la presidencial será definitiva la participación de micro-segmentos electorales. Los adultos mayores —en teoría— son leales a AMLO, además de las estadísticas oficiales los ubican entre los más comprometidos con el deber cívico de votar.
¿Y los Millennials? Los mexicanos nacidos durante los últimos años del siglo XXI —ya sean preparatorianos o trabajadores informales— nunca han conocido un México sin alternancia. Vicente Fox comenzó en 1997 su asalto a Los Pinos y dos años después —de la mano de un grupo de académicos del Tec de Monterrey y de los intelectuales que habían forjado el Grupo San Ángel en 1994— se impuso a los barones del PAN, que abrazaron su candidatura con suspicacia.
De la mano de las tecnologías digitales, el Internet 2.0, los dispositivos móviles y los movimientos ciudadanos globales, los Millennials son la primera generación que no necesita estar conectada a un cable para entretenerse y eventualmente informarse. Para ellos, YouTube y Netflix son una necesidad de vanguardia. Y las redes sociales, ni se diga.
Marginados de los programas asistenciales del gobierno, inconformes por naturaleza, los Millennials representan una tercera parte de la lista de votantes; actualmente perciben un México dividido por la desigualdad, misma que ven reflejada en la situación económica, y sólo están pendientes de la batalla por la Presidencia de la República.
La firma encuestadora Enkoll, de Teresa Rocha y Heidi Osuna, difundió a finales de la semana pasada un reporte sobre una primera investigación sobre las determinantes del voto millennial entre los jóvenes de la CDMX. Un estudio cualitativo que busca comprender su percepción, sus motivadores, sus barreras y su intención de voto.
Primeras definiciones: los estudiantes Millennials matriculados en bachillerato y universidad, menores de 25 años Millennials piensan y se comportan de manera muy distinta a los trabajadores Millennials, de 26 y hasta 35 años.
Unos y otros coinciden en que “algo mejor llegará pronto”, ya sea gradual o abruptamente. Y sobre la democracia electoral no tienen una opinión trascendental, pues existe y funciona, aunque haya fraude electoral o sea impuesta desde el exterior.
Para los Millennials estudiantes, el perfil del candidato ideal: “Que venga desde abajo y tenga un buen equipo”. Para los trabajadores, que sea un líder con formación universitaria, con autoridad, sin mucho glamour —pero sin descuidar su presentación— y buena presencia.
El voto entre los Millennials chilangos —según la investigación de Enkoll— es un asunto grupal. “Podríamos asistir a un fenómeno inédito: un voto socializado cuando, dentro de la casilla, consulten por WhatsApp a sus compañeros para ver por quién votaron y poder decidirse ellos también”.
El principal hallazgo es la importancia de la edad y la experiencia: al llegar con menos información, aquellos Millennials que votan por primera vez tenderán a votar por el mismo partido, mientras que los mayores —con alguna experiencia previa, aunque sea en comicios locales—tendrán más criterio para diferenciar su voto.
Las elecciones concurrentes les generan sorpresa y sentimientos de agobio. Sólo los comicios para jefe de Gobierno les representan cierta importancia, pero las alcaldías, las diputaciones —locales y federales— y las senadurías están fuera de su radar. Ni se diga una probable consulta pública sobre la Ley de Seguridad Interior.
EFECTOS SECUNDARIOS
MINERÍAS. Antes de que termine la semana, deberá llegar a Exportadora de Sal su quinto director en lo que va de esta década, tras de la renuncia de Xavier Lazcano Díaz, luego de que fuera designado nuevo director del Fondo Minero con la explícita misión de defender a las comunidades, tanto de empresarios como de las organizaciones gremiales. El contador mexiquense regresa a Sedatu mientras que la única empresa paraestatal que le queda al Estado mexicano enfila hacia una cellisca, tras de que se conocieran las resoluciones judiciales que les obligarán a pagar millonarias indemnizaciones. La estrategia de los abogados contratados por la Coordinación de Minería en la Secretaría de Economía resultó totalmente fallida.
MANDATOS. Antes de formalizar su idea de usar la información de la “hoja de operaciones” para agilizar el flujo de los resultados de las votaciones de 1 de julio, los consejeros electorales esperan un pronunciamiento por parte de los magistrados del Tribunal. Tal parece que se quedarán con las ganas pues el TEPJF —al ser un órgano de impartición de justicia— no puede actuar de oficio ni emitir opiniones. Mientras no haya un juicio de por medio, el órgano jurisdiccional no podrá pronunciarse sobre ése o cualquier otro asunto.