Para la 4T, la historia no es un libro para aprender, es una caja de herramientas para acomodar el presente a su antojo
Para la 4T, la historia no es un libro para aprender, es una caja de herramientas para acomodar el presente a su antojo. De sus páginas no sacan lecciones, sacan narrativas. No corrigen errores, eligen héroes y gestas para legitimarse.
A la forma en que gobierna la 4T —eligiendo episodios del pasado para justificar sus… tonterías, perdón, “acciones en favor del pueblo mexicano”— bien podríamos llamarle “El Populismo de la Nostalgia”, o la manía de manejar con el retrovisor, convencidos de que el futuro es solo un pasado con pintura fresca.
Ejemplo de este vicio: la invocación casi religiosa del fantasma del general Lázaro Cárdenas. Cada que se habla de soberanía energética, de “rescatar” Pemex o de que vender petróleo es un negociazo (aunque tengamos la petrolera más endeudada del planeta), alguien en Palacio hace una llamada al “lugar de descanso de las personas ilustres” para que baje a bendecir la jugada.
El detalle es que el México de 1938 no es el de 2025. La geopolítica cambió, el mundo cambió… y la industria petrolera, bueno, ahí mejor ni hablemos. Reducir a Cárdenas a una estampita de la soberanía es como pensar que una llave que abrió una puerta hace 87 años servirá para abrir la de hoy.
Pero Cárdenas no es el único personaje de cabecera. En esta categoría también está Benito Juárez, el liberal que enfrentó la intervención francesa y al poder eclesiástico. Hoy está convertido en símbolo de la “austeridad republicana” y del “respeto al derecho ajeno”… convenientemente editado para olvidar que también centralizó el poder y tomó decisiones cuestionables. Es más cómodo ponerlo de escudo moral que explicar las vacaciones al extranjero, la ostentación o las opiniones sobre procesos internos de otros países.
Y, por supuesto, no podían faltar los comodines de siempre: los de la Revolución Mexicana. Desde Madero hasta Zapata, pasando por Villa y los Flores Magón, todos son convocados para repartir medallas morales: adentro están los “paladines del pueblo”, afuera los “nuevos conservadores”. Detalle menor: la Revolución real fue más enredo que epopeya, llena de intereses cruzados, traiciones y visiones opuestas.
El riesgo de este populismo con olor a viejo es claro: nos deja estacionados en la glorieta de siempre. Se reparten discursos y se ahorran ideas nuevas. Se privilegia la bandera sobre el hospital, el símbolo sobre la seguridad, el héroe sobre el resultado. Y así, con el pasado colgado al cuello, no se avanza.
Dejemos descansar a las estatuas. El país que necesitamos no cabe en un álbum de historia, sino en un proyecto nuevo, diseñado para los retos del siglo XXI. Porque por más que se repita el pasado “glorioso” en las mañaneras, la realidad —terca como siempre— nos recuerda que el futuro no se construye con batallas viejas, sino con ideas frescas.
EN EL TINTERO
Terminó la sentencia por el caso DATO PROTEGIDO. Lo que queda claro, con este y otros procesos en Campeche, es que se vienen tiempos negros para la libertad de expresión.
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