Casi para llegar a la finca La Chingada, por la carretera 186, la mirada sólo alcanza para ver las plantaciones de banano, en Teapa. Y de palma de aceite, más cerca de Palenque. Buena parte de la riqueza agrícola de Tabasco y Chiapas está concentrada en las hectáreas de estos cultivos. Una situación lamentable para … Continued
Casi para llegar a la finca La Chingada, por la carretera 186, la mirada sólo alcanza para ver las plantaciones de banano, en Teapa. Y de palma de aceite, más cerca de Palenque. Buena parte de la riqueza agrícola de Tabasco y Chiapas está concentrada en las hectáreas de estos cultivos. Una situación lamentable para el ganador de las elecciones presidenciales, Andrés Manuel López Obrador, quien conoce la región como la palma de su mano.
Y es que de la riqueza forestal de antaño casi nada queda. Antes del boom petrolero, Tabasco era líder nacional de producción ganadera y maderas preciosas. Los bosques de cedro y caoba se extienden —en el sureste mexicano— a Los Chimalapas y la selva Lacandona. Pero también hay vestigios del macuilís, del canshán, del tinto y de la ceiba.
En la región tabasqueña de Los Ríos, empero, hay más de 5 mil hectáreas con plantaciones de palma que trabajan los ejidatarios y rentan una tríada de consorcios industriales. Proteak, uno de ellos. Hace 15 años, sus dueños llegaron a Tabasco atraídos por el sueño de las maderas preciosas. Ya habían descubierto que plantar cedro sería una apuesta riesgosa y poco redituable, en el corto plazo, por lo que se enfocaron a la teka.
AMLO quiere trabajar con las comunidades originarias y replantar 200 mil hectáreas con árboles frutales y maderables en el sureste mexicano durante su sexenio. Un millón de hectáreas en todo el país al término de su sexenio, precisó después de haber pasado el fin de semana en la Lacandona.
AMLO habla de hectáreas recuperadas, más que de árboles sembrados. Una señal positiva, a juicio de Reforestamos México, un colectivo de organizaciones sociales y productivas con largo trabajo en este sector que, sin embargo, advirtió de la urgencia de apurar el paso para que México cumpla con las metas del Desafío de Bonn, un esfuerzo global para restaurar 150 millones de hectáreas de bosques degradados y deforestados antes del 2020, y prometió aportar 8.5 millones de hectáreas restauradas para alcanzar esa meta.
Ahora mismo, Chiapas tiene un enorme potencial maderable. Tabasco, en cambio, ha sido víctima de la deforestación y el abandono. Ambos fenómenos, agravados por la sustitución de cultivos, minan al sureste mexicano. Y mientras, la mitad de la superficie nacional presenta una degradación de severa a extrema. “Esto limita seriamente el potencial productivo y económico del país. Urge no sólo frenar, sino revertir este proceso”, subraya Eugenio Fernández, vocero de Reforestamos México, “lograrlo implicará superar retos muy importantes, y hay preguntas de fondo que habrá que responder en los próximos meses”.
Los programas de huertos familiares podrían dejar de ser sólo agricultura de auto consumo y masificarse, sin duda, pero depende de soluciones innovadoras y de la intervención de otras instancias, como Conagua y el Instituto Nacional para la Economía Social. La industria de la madera lleva 20 años estancada. Y tampoco es fácil encontrar industrias especializadas que compren cacao y café de calidad, y que estén dispuestos a pagar el precio de la agroforestería sustentable. Construir esa estructura intermedia y activar mercados que puedan absorber la producción de ese millón de hectáreas será fundamental.
Hasta ahora la recuperación de los bosques y selvas han estado en manos de la Comisión Nacional Forestal —instancia dependiente de la Semarnat— y de Sagarpa. ¿Por qué AMLO estuvo acompañado de María Luisa Albores, próxima secretaria del Bienestar, durante su “trabajo de campo” en la Lacandona”.
Las plantaciones de palma de aceite y de plátano colindantes con La Chingada son la evidencia palpable del problema que el político tabasqueño diagnosticó durante su campaña presidencial: gran parte de las hectáreas deforestadas o degradadas no están abandonadas, sino que se han dedicado a otros usos del suelo.
“Revertir ese proceso será complicado, porque ya se ocupan para algo más rentable en el corto plazo y en el contexto actual que el manejo forestal o la producción agroforestal. Además, gran parte de los terrenos abandonados lo están porque sus suelos están demasiado degradados como para ponerlos a producir. Antes de sembrar en ellos habrá que recuperar también sus suelos y su potencial”, plantea Fernández Vázquez.
AMLO piensa dar crédito a la palabra para ejidatarios y pequeños productores. ¿Y generar plantaciones forestales rentables con financiamiento a fondo perdido? A los problemas de fondeo —en el corto y mediano plazo— se añaden los dilemas ecológicos de este modelo, de monocultivo y demandante de pesticidas y fertilizantes.
EFECTOS SECUNDARIOS
TRIPLETE. El verdadero festejo en el vuelo UI 1566 que el pasado viernes 27 trasladó a empresarios y funcionarios mexicanos de regreso a la CDMX ocurrió en la sección turista. Y más concretamente, en la fila de asientos que compartían el secretario Ildefonso Guajardo y Jesús Seade, el jefe del equipo negociador del TLC designado por Andrés Manuel López Obrador. Y es que —como confirmaría Wilbur Ross, el homólogo estadounidense de Guajardo— las partes están a punto de cerrar acuerdos, después de la última ronda ocurrida en Washington DC. El secretario de Comercio acuñó una frase para definir los objetivos de la administración Trump: cero subsidios, cero tarifas y cero aranceles.