El Banco de México, a diferencia de otras instituciones del país, que habían logrado un funcionamiento autónomo y una evolución en sus actividades, ha logrado superar las tentaciones contemporáneas e históricas de los gobiernos autoritarios
El Banco de México cumple hoy 100 años y es todo un festejo porque hoy esa institución se mantiene como una columna de la estabilidad monetaria y financiera del país.
Este centenario invita también a reflexionar cómo Banxico se ha mantenido como uno de los últimos baluartes de la autonomía institucional en México.
La historia del banco central y su edificio de más de cien años nos permite entender diferentes momentos de la vida económica y política del país, pero lo que la vida cotidiana del Banxico nos enseña es un valor que debemos preservar.
Por ejemplo, mantener el acceso a un documento como las minutas de las reuniones de decisión de política monetaria es un reflejo de autonomía, institucionalidad y transparencia, algo que ha perdido la vida pública en México.
Uno de los momentos clave del Banxico fue la reforma de 1993 que dotó de autonomía al banco central que fue tan robusta y exitosa que lo blindó de cualquier intento de apropiarse del banco, más allá de la inclusión de algunos integrantes más afines al movimiento del expresidente López Obrador.
Porque más allá del perfil de algunos de los banqueros centrales de hoy, de sus motivaciones y sus habilidades de comunicación, todos cumplen con el mandato del banco y con sus leyes, y no buscan pretextos en la seguridad nacional para esconder la información.
El dato que recién conocimos el viernes de una inflación general de 3.49% enmarca este festejo y muestra el éxito del banco central que durante prácticamente toda su vida autónoma ha podido cumplir con su mandato de contener la inflación.
Pero más allá del dato solitario, el propio banco se permite una discusión interna, rica de argumentos, de por qué sí o por qué no relajar más el nivel actual de su tasa de interés de referencia, que a usado como eje de su política monetaria desde el 2008.
El Banco de México, a diferencia de otras instituciones del país, que habían logrado un funcionamiento autónomo y una evolución en sus actividades, ha logrado superar las tentaciones contemporáneas e históricas de los gobiernos autoritarios.
Hemos visto cómo instituciones elementales para la vida ordenada y democrática de un país han sucumbido, algunas de facto, como el instituto electoral, y otras han sido desmanteladas de manera frontal, como el Poder Judicial, el INAI o el Coneval.
Pero más allá de preservar su independencia técnica en algo tan fundamental como la política monetaria, con todo y el acceso único a la fábrica de billetes, la prevalencia del Banco de México como un símbolo de estabilidad y certeza en este entorno de incertidumbre es elemental para conservar la confianza.
Es verdad que en pleno centenario se manifiestan tentaciones del poder para hacer del banco central un colaborador del crecimiento económico, cuando la estructura mayoritariamente informal de la economía mexicana lo hace prácticamente imposible.
Esa puede ser una batalla decisiva en este inicio de su segundo centenario que ojalá resulte bien para el banco y para el país entero.
Podríamos decir que el Banco de México ha tenido en su época autónoma mejores momentos que el actual, pero su indiscutible independencia es algo que hay que celebrar, reconocer y que hay que cuidar.
El Banco de México, a diferencia de otras instituciones del país, que habían logrado un funcionamiento autónomo y una evolución en sus actividades, ha logrado superar las tentaciones contemporáneas e históricas de los gobiernos autoritarios.