Ya se sabe que en las catástrofes naturales, sean de tierra, aire o agua, los principales damnificados son los jodidos
No es nada remota la posibilidad de que el número de muertos por la brutal tormenta en el centro del estado de Texas supere el centenar. Hasta ayer lunes por la mañana los cadáveres contados, muchos sin identificar, eran 82. Los desaparecidos llegaban a cuatro decenas.
La madrugada del sábado pasado, el caudal del río Guadalupe, al este de Dallas, subió en unas cuantas horas lo que nunca se había visto: diez metros en el poblado de Hunt. El río, de caudal moderado, está entre los cien mejores ríos para la pesca de las truchas en los Estados Unidos. Los aficionados a dejarse llevar por los rápidos en neumáticos inflados lo tienen entre sus favoritos, especialmente en el tramo que le lleva a su desembocadura en la bahía de San Antonio en el Golfo de México. Sí, de México.
Las riberas del río Guadalupe están lenas de olmos, cipreses y nogales. Seguramente fue el paisaje el que llevó a Mystic Camp a ubicar ahí desde hace 99 años sus dos campamentos de verano para niñas pudientes, de familias cristianas, cuyos padres buscaban algun descanso anual.
Por lo menos 27 familias lamentan haber tenido siquiera ese pensamiento. 27 son las niñas comprobadas muertas por la torrente que arrastró tiendas de campaña y todo lo que ahí había, en la madrugada del sábado.Richard Eastland, el dirctor del campamento, está entre los muertos, pero el recuento no ha terminado.
Este dramático fenómeno ha dirigido la atención al campo político en tierra de los vecinos; en particular las medidas draconianas de la administración actual, reduciendo los fondo de apoyo federales para los instrumentos de prevención, asistencia y apoyo en caso de desastres naturales. Los críticos afirman que la reducción de personal e instrumentos para el NWS (Servicio Meteorológico Nacional) impidió lanzar una alerta a tiempo al poder predecir el volumen de las lluvias por venir, para adelantar evacuaciones y evitar fatalidades. Cosa que todo servicio meteorológico que se respeta, hace.
Cosa que en México, la adminstración de Lopitos y la actual de doña Claudia no solamente obstaculizaron, sino simplemente sepultaron, en su pretendida austeridad republicana, que propicia y patrocina los saraos cumpleañeros en el Hotel St. Regis del Paseo de la Reforma: “yo hago con mi dinero lo que me da la gana”, dice Fernández Noroña. Con el suyo, pueque; con el erario, del que se pagan sus gastos, no.
La desparición del FONDEM, fondo nacional para atender las emergencias por temblores, inundaciones, ciclones y otra plagas naturales que conocemos de cerca, envió un mensaje claro a las víctimas del futuro: rásquense con sus uñas. O mejor, háganle como puedan.O, como decía el milusos: no hay, no hay.
No hemos tenido que enfrentar, por fortuna, tantas previsibles catástrofes en los últimos años. Desde luego, quitando la agresión del Otis sobre Acapulco, de la que todavía no nos reponemos. Y, sobre todo, que no tenemos la más remota idea de cuando se va a presentar algo igual o peor. Ya se sabe que en las catástrofes naturales, sean de tierra, aire o agua, los principales damnificados son los jodidos. Tal vez no sea el caso del condado Kerr, en Texas. Pero no vivimos ahí.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El gobierno de Nuevo León, casado con la idea de que nos vamos a tragar el atole con el dedo de “ciudad del mundial 26”, va a meter el acelerador a la construcción de dos líneas del metro en la zona metropolitana de Monterrey, de las seis que prometó hace muchas lunas. Apuesto doble contra sencillo a que no las termina.
Monday, July 7, 2025