Emilio Lozoya, el verdadero anillo al dedo de la 4T, dijo que tenía 12 videos bajo el brazo donde exhibía a legisladores y políticos de alto nivel en actos de corrupción
Emilio Lozoya, el verdadero anillo al dedo de la 4T, dijo que tenía 12 videos bajo el brazo donde exhibía a legisladores y políticos de alto nivel en actos de corrupción. Eran la auténtica esperanza de que se pudiera castigar algo de la corrupción del sexenio pasado.
Cuando llegó el vuelo privado de Lozoya a México y en lugar del reclusorio se fue al hospital y de ahí a su casa, nos enteramos que el exfuncionario, acogido al criterio de oportunidad, daba muchos nombres, muchos documentos, pero un solo video. Y nos enteramos porque el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, nos hizo el favor de aparecer en la tele para dar cuenta de este banquete ideológico-político-judicial.
Entonces, haciendo numeritos, tenemos la promesa de 12 videos, pero Lozoya sólo presentó uno en su denuncia de hechos. Quedaban 11 pendientes. Hoy, al parecer, sólo faltan 10. Porque ya se dio una primera filtración de un video que involucra a personajes políticos de baja monta.
El video que presentó Lozoya en su denuncia está a salvo para el proceso judicial, no se perdería debido a una filtración. Pero los otros materiales que no presentó en la denuncia, pero sí adelantó que tenía, tal parece que serán liberados a cuentagotas, conforme los tiempos y las circunstancias políticas lo ameriten.
Si el mal manejo de la pandemia le hace mucho ruido a la 4T, puede haber un antídoto en video, con nombres de políticos más pesados. Si la economía no levanta o la inseguridad no baja, ahí estarían los video escándalos a la mano.
Y claro que este gobierno es igual a todos los anteriores y le va a sacar el máximo provecho a estos video escándalos filtrados. Todos son iguales. Aunque quizá hoy se ha perdido el pudor, porque el presidente exige a los medios que día y noche pongan en sus pantallas las imágenes y si no, los regaña.
El verdadero problema de este lance, cortesía de los cantares de Emilio Lozoya, es que ha girado también hacia lo ideológico y estos reprobables actos de corrupción justifican las intenciones de la 4T de acabar con la reforma energética.
El discurso gira en torno a equiparar la corrupción con la apertura energética, cuando es exactamente lo contrario. Los monopolios petrolero y eléctrico bajo el control del Estado fueron el caldo de cultivo perfecto para la peor corrupción, que no se ha erradicado y que hoy tiene en quiebra a las dos otrora empresas monopólicas.
Un nuevo monopolio estatal energético sería un lastre más para la economía. Un sector energético abierto y competitivo, que permita a México incorporarse al pacto energético de América del Norte, le permitiría a este país salir más rápido de la actual crisis económica.
La obsesión de Andrés Manuel López Obrador de destruir los avances en materia de apertura energética y regresar al estatismo de mediados del siglo pasado ha encontrado en el expediente de corrupción de Emilio Lozoya, sus dichos, documentos y videos, un impulso inesperado.