El presidente de EU prometió a los grandes capitales una reducción sustantiva de la tasa impositiva a niveles tan bajos como un impuesto de 15% y a la clase media un sistema impositivo más sencillo. A partir de hoy el presidente de Estados Unidos tiene juguete nuevo y eso puede hacer que nos deje en … Continued
El presidente de EU prometió a los grandes capitales una reducción sustantiva de la tasa impositiva a niveles tan bajos como un impuesto de 15% y a la clase media un sistema impositivo más sencillo.
A partir de hoy el presidente de Estados Unidos tiene juguete nuevo y eso puede hacer que nos deje en paz un rato con sus amenazas de terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y con construir su muro, del que no lleva ni la primera piedra.
Salvo que la delegación de Estados Unidos viaje a México pasado mañana con las instrucciones de venir acá a dinamitar el acuerdo en plena segunda ronda de renegociación, podríamos tener unas vacaciones del buleador Donald Trump.
Precisamente hoy el presidente Trump viaja a Springfield a presentar su propuesta en materia fiscal.
Y si bien este presidente está como para competir contra Mr. Burns como el personaje antagónico de Los Simpson, la realidad es que al Springsfield que viaja es el que está en Missouri y no en la imaginación de Matt Groening.
Desde ahí delineará su propuesta tributaria, esa que se convirtió en el eje de su campaña electoral y que tanto emocionó a los mercados bursátiles.
Trump enfrenta la realidad de no disponer de los ahorros que implicaba terminar con el Obamacare y por lo tanto flota la interrogante de si el plan fiscal de este gobierno se ajustará para no causar más desequilibrios presupuestales o bien le importará poco la precaria salud de las finanzas públicas y aportará todo a un estímulo fiscal con cargo al déficit presupuestal mayor.
El de mañana es apenas un banderazo de salida para su campaña en pro de su paquete fiscal. El congreso de su país sigue de vacaciones y más que eso no son pocos los republicanos que tienen bloqueada en su plan de trabajo alguna iniciativa alocada de su presidente.
De hecho, antes de pensar en bajar impuestos o cualquier otra medida propuesta por Trump, lo que tienen que hacer durante los siguientes días es elevar el techo de endeudamiento de la economía estadounidense para evitar una parálisis. Así que podemos imaginar el ambiente previo a que les propongan menores ingresos para el Estado.
Trump prometió a los grandes capitales una reducción sustantiva de la tasa impositiva a niveles tan bajos como un impuesto de 15 por ciento. Aseguró a las clases medias que aunque ellos podrían no tener los beneficios de las grandes compañías y sus prometidos impuestos bajos, sí gozarían de un sistema de pago de impuestos mucho más sencillo.
El problema del sueño fiscal de Trump es que vive la pesadilla de no tener margen de maniobra con el gasto público y eso es algo que difícilmente dejarían pasar en el Congreso, por más que los republicanos sean amantes de los desequilibrios fiscales.
¿Qué tan aventurado será el plan fiscal de Trump, qué tanto apoyo tendrá de la mayoría republicana? Eso lo conoceremos en las semanas por venir. El respaldo a Trump por parte de sus partidarios está en los niveles más bajos y eso se tiene que notar en el congreso.
Por lo pronto, Trump tiene una nueva ocupación que podría distraerlo de estar buleando a México con su absurdo muro y sus insolentes amenazas comerciales.