A estas alturas los partidos políticos deben preocuparse por algo más que definir candidatos; las tropas maleables ya están listas para salir. Aproveche esta calma con la que inicia el verano para tomar aire, porque tan pronto como inicie el otoño tendremos un ambiente políticamente turbulento. El principal motor que habrá de mover los acontecimientos … Continued
A estas alturas los partidos políticos deben preocuparse por algo más que definir candidatos; las tropas maleables ya están listas para salir.
Aproveche esta calma con la que inicia el verano para tomar aire, porque tan pronto como inicie el otoño tendremos un ambiente políticamente turbulento.
El principal motor que habrá de mover los acontecimientos en este país durante el próximo año, pasa por el proceso de sucesión presidencial.
Ya desde ahora los legisladores declaran con total desfachatez que ven muy complicado hacer su trabajo en un periodo extraordinario para sacar adelante importantes leyes en materia de seguridad, porque todos tienen la atención puesta en factores electorales.
El otoño llega con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, lo que puede condicionar la salud de mercados como el cambiario. Pero esa es una relación dentro de los carriles diplomáticos e institucionales.
Lo que hay que ver es que, a la par que sube el calor por la designación de los candidatos en los partidos políticos, también veremos cómo la agitación llegará inevitablemente a las calles.
A estas alturas los partidos políticos tienen que preocuparse por algo más que definir candidatos.
Tienen que atender al hecho de que los electores ya no atienden como antes a estas instituciones como alternativas electorales.
Si no le entienden a tiempo, a los partidos políticos les puede pasar lo que le sucedió a la televisión con Netflix: cuando lo tomó en serio ya era tarde.
Hoy solo existe un partido que es mera fachada para el proyecto personalísimo de un solo sujeto.
El resto se debate entre las alianzas, los métodos de selección y los dedazos. Todo eso que es propio de las instituciones políticas pero que también ha desgastado a sus clientelas políticas.
Andrés Manuel López Obrador no tiene una propuesta, pero sí una clara postura opuesta a todo lo que no cuente con su aval.
Así que mientras los otros partidos se desgastan ante sus clientes con sus temas internos, el rupturismo se encargará de hacer patente que son muchos los inconformes y eso lo saben hacer sacando tropas maleables a las calles.
No hay que perder de vista la advertencia que hizo Roger Noriega, este diplomático republicano y latino de gran influencia en Estados Unidos, quien advirtió que los gobiernos de Venezuela y de Cuba podrían buscar revancha en contra de México por su activismo en contra de la dictadura que pretende Nicolás Maduro.
Saben que el momento más vulnerable de México es justo en sus procesos electorales y es un hecho que existen canales de comunicación de los regímenes de Maduro y de Raúl Castro con simpatizantes de Morena.
Nadie va a enseñar a estos grupos cómo manipular masas y sacarlas a las calles. Y en este país sobran las razones y también los pretextos para elevar la presión social. No hay que olvidar que estamos ante expertos en propaganda goebbeliana que la aplican al pie de la letra.
Desde la simplificación, el enemigo único y el contagio: la mafia del poder; pasando por la vulgarización de la propaganda: puercos, cochinos y marranos. Y el principio de la transfusión que se logra mejor con esa irritación social del grito callejero.