Es una película que ya hemos visto en varias ocasiones desde que se anunció la necesidad de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Un tiburón de las negociaciones como Donald Trump se encarga de enrarecer el ambiente como una estrategia para tratar de ablandar a sus contrapartes. Sólo que en … Continued

Es una película que ya hemos visto en varias ocasiones desde que se anunció la necesidad de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Un tiburón de las negociaciones como Donald Trump se encarga de enrarecer el ambiente como una estrategia para tratar de ablandar a sus contrapartes.
Sólo que en el caso del presidente de Estados Unidos no tenemos dudas de que efectivamente sería capaz de lanzar la notificación de salida de su país del acuerdo comercial.
Pero es una constante, días antes del inicio de una nueva ronda empiezan a llover las amenazas. Puede ser una filtración de fuentes confiables o una declaración llana y abierta.
Lo cierto es que dentro de 11 días las delegaciones de México, Estados Unidos y Canadá se reencuentran en la helada ciudad de Montreal en Quebec y otra vez Estados Unidos está elevando el costo de la negociación.
El presidente estadounidense viene de reunirse con granjeros a los que dice amar y lo que debió registrar es que sus amados campesinos adoran el libre comercio con México. Y Trump lo sabe, más que productores son votantes.
El republicano es terco, pero puede entender que jalar tanto la liga, jugar a la ruleta rusa con México y Canadá, puede tener al final efectos contraproducentes para sus propios intereses políticos.
La declaración que hizo respecto a que México puede pagar el muro fronterizo con el que tanto sueña a través del TLCAN es la confirmación de la genial teoría que expuso el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo.
En días pasados este funcionario mexicano (que se ha ganado el total respeto con su enorme habilidad negociadora) dijo que Estados Unidos vive la historia de la vaca morada.
Relató que un soltero compró una vaca morada antes de casarse y a su nueva esposa le describió a tan peculiar res como el valor más preciado que tenía. La idea era que ante un eventual divorcio la señora se fuera sobre el supuestamente preciado animal que en realidad tenía sin cuidado al precavido marido.
Pagar por el muro con el TLCAN es una de esas vacas moradas, lo que necesita es aparentar que es capaz de obtener un triunfo, aunque quiera explicar que aumentar el porcentaje de integración regional de la industria automotriz es una manera de pagar el muro, por ejemplo.
El fuego y la furia de Trump alcanzan con facilidad al eslabón débil de la ecuación comercial estadounidense y si hay cierta razón en aquello de sus estados mentales, no hay sorpresas.
Al mismo tiempo promete flexibilidad en las negociaciones ante las elecciones que vienen para México, debe quizás entender que hay resultados electorales que pueden ser verdaderamente catastróficos para la relación bilateral, incluidos los temas de seguridad y migración que sí le importan.
El parachoques del tipo de cambio seguirá haciendo lo que hemos visto hasta hoy recibiendo los impactos de los rumores y las bravuconadas previas a la sexta ronda de Montreal.
Y mientras más cercana sea la fecha de las elecciones y no se logre una resolución de este tema, más tensión habrá de generarse en los mercados.