Ahora el gobierno de Claudia Sheinbaum se dice dispuesto a ejercer la soberanía nacional defendiendo el caso de El Mayo. No por el caso, sino por los principios
Para nadie es un secreto que El Mayo Zambada podrá obtener de sus juzgadores estadunidenses un pacto de sentencias suaves a cambio de su disposición a colaborar, diciendo lo que sabe.
Entre más diga, mejor será su trato y más comprometedor para todo el que haya tenido negocios y complicidad con él.
La lista de autoridades civiles y militares que han sido cómplices de El Mayo Zambada puede ser un directorio telefónico, porque su historia de capo fuerte recorre la historia moderna del narcotráfico en México, desde, por lo menos, 1985. De todos los grandes capos del narco es el único que se había mantenido ileso, libre, con muchas fugas y mucho andar a salto de mata, como le dijo a Julio Scherer en una entrevista, pero sin haber sido capturado nunca.
Nada puede explicar esa inmunidad única sino su capacidad única de comprar, sobornar, amenazar o matar a quienes podían perseguirlo y apresarlo.
Se mantuvo en ese alto nivel de inmunidad hasta que fue capturado en julio del año pasado, no por una acción de las autoridades, sino por una traición de sus próximos, los Guzmán, y el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, a quien le servía como mediador político.
Uno se pregunta cuánta información han obtenido las autoridades y los cuerpos de inteligencia estadunidenses de los testimonios de los grandes capos presos allá. Y de qué tamaño y precisión será ahora su conocimiento de las redes criminales mexicanas y de sus conexiones cómplices con el gobierno.
El Mayo Zambada puede ser una mina de oro aparte, única, para esa minería de la que el gobierno mexicano dice ignorar todo, pero de cuyas vetas han salido las acusaciones contra Genaro García Luna, que el gobierno de México celebró, y contra el general Cienfuegos, que el ex presidente López Obrador celebró primero y negoció después.
Ahora el gobierno de Claudia Sheinbaum se dice dispuesto a ejercer la soberanía nacional defendiendo el caso de El Mayo. No por el caso, sino por los principios. La pregunta es si El Mayo tendrá un nacionalismo equivalente para no denunciar a sus cómplices mexicanos en las cortes gringas.
El Mayo es un rehén.