El cambio de “abrazos, no balazos” hacia el combate directo al crimen empieza a dar resultados, a reflejarse en hechos. Al efecto, como dice la lengua española, “hechos son amores y no buenas razones”
En medio de la violencia que sigue dominando al país, creo que hay indicios sólidos para decir que terminó la política de “abrazos, no balazos”, y que ha empezado otra, la del combate al crimen.
Los indicios están ahogados aún en la marea de muertos y desaparecidos que es la herencia agravada del gobierno anterior. Pero no dejan de tener ya la consistencia de un cambio de rumbo.
Puede achacarse a la presidencia estadunidense. Si es así, bienvenida esa presión. Puede achacarse a la decisión callada pero efectiva de la presidenta Sheinbaum de empezar en ese ámbito un cambio de política. Si es así, bienvenido el cambio callado pero efectivo de la Presidencia.
Y si es por ambas cosas, mejor, porque se fortalecen entre sí como respuesta a una de las mayores urgencias de los mexicanos, que es reducir la inseguridad.
Ayer fueron extraditados a Estados Unidos 29 traficantes de “alto perfil”, como los llamó en su excelente nota MILENIO. Entre ellos, Rafael Caro Quintero y dos líderes de Los Zetas, Miguel Ángel y Omar Treviño Morales, El Z-40 y El Z-42, así como Antonio Oseguera, hermano del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera, El Mencho.
No es poco entregar, luego de años de resistir, como política de gobierno, a estas peticiones del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Es un momento visible del cambio de política mexicana al respecto, pero no es el único sino, de hecho, la confirmación de una nueva política.
En su columna vecina de MILENIO, hace dos días, Joaquín López-Dóriga resumió hechos previos, que tampoco son poca cosa:
“Las cifras de los golpes al crimen organizado en los cuatro meses y 26 días de gobierno de Claudia Sheinbaum son nunca vistas, mucho menos con López Obrador: más de 13 mil objetivos prioritarios detenidos, un centenar de laboratorios destruidos, millones de dosis de fentanilo incautadas, capos nunca tocados, capturados y extraditados, miles de armas y centenares de miles de municiones aseguradas”.
El cambio de “abrazos, no balazos” hacia el combate directo al crimen empieza a dar resultados, a reflejarse en hechos. Al efecto, como dice la lengua española, “hechos son amores y no buenas razones”.