Y López-Gatell es uno de los ejemplos más acabados de que por más criticado que sea, incluso por integrantes del propio partido del Presidente, es la persona correcta para demostrar todo el poder que tiene López Obrador
No hay un videoescándalo que lo acompañe, pero una de las políticas públicas que más daño le hace al país es ese proceso de desinstitucionalización que ha emprendido la 4T.
Los órganos autónomos y especializados molestan al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien claramente quiere tener el control de todas las decisiones.
Los pretextos siempre serán los mismos, los costos, la austeridad y las eternas sospechas de corrupción de todo aquel que no viva bajo el manto protector de la 4T. Y es así, como sin ninguna resistencia de la opinión pública el gobierno federal se va apoderando de los organismos especializados, que además de generar contrapesos necesarios al poder Ejecutivo, eran encabezados por gente capacitada en las materias correspondientes.
El sector energético es el mejor ejemplo de cómo el dominio del Presidente en los órganos sectoriales, con personas sumisas y con poca preparación, puede generar un escenario caótico para una industria que estaba llamada a atraer grandes inversiones y generar miles de empleos. Eso hoy está perdido.
Y ahora suma a las instancias relacionadas con el Sector Salud. Pero, dentro de lo malo que ya resulta subyugar a los órganos especializados y autónomos en este proceso de destrucción de las instituciones, en este caso del Sector Salud hay un escenario catastrófico.
El premio para Hugo López-Gatell por su pésimo manejo de la pandemia, por sus malas decisiones que cuestionan sus credenciales profesionales y lo ubican como un muy mal político es que 13 instituciones quedarán bajo la tutela del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud.
Más allá de demostrar que el secretario de Salud, Jorge Alcocer, es ornamental, esta determinación deja en manos de un mal funcionario algunas de las decisiones más importantes para la salud y la economía del país.
Una de esas entidades, que habían logrado autonomía y un alto desempeño profesional, es la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). Para darnos una idea de su importancia, este organismo regula a sectores industriales que representan 10% del Producto Interno Bruto y ahora será una dirección bajo el mando de López-Gatell.
El fracaso de López-Gatell en el manejo de la epidemia del Covid-19, que como muestra más contundente y objetiva tiene el hecho de que en estos días se cumple su escenario “muy catastrófico” de 60,000 muertos por el virus SARS-CoV-2 en México, aunado a sus reacciones coléricas y respuestas ideológicas lo hacen claramente inapropiado para manejar organismos del peso de la Cofepris.
Pero este movimiento no es más que una declaración política del presidente Andrés Manuel López Obrador quien deja ver que por más criticado e incompetente que sea un funcionario de su gobierno, si tiene su bendición, tiene poder.
Y López-Gatell es uno de los ejemplos más acabados de que por más criticado que sea, incluso por integrantes del propio partido del Presidente, es la persona correcta para demostrar todo el poder que tiene López Obrador. El sentido común indica que habría que despedir al subsecretario y hoy el presidente lo encumbra.